lunes, 31 de mayo de 2010

Sir Paul

La noche de anoche (27 de mayo del 2010) será inolvidable para mi y creo que para muchos de los que tuvimos la fortuna de asistir al concierto que diera Paul McCartney en México.
Llegué al Foro Sol desde las 7 de la tarde. Pensaba que era demasiado temprano para acercarme pero al llegar a la zona y ver que ya había gente merodeando y estacionándose recordé la máxima de las abuelas y estuve dispuesto a creer que "al que madruga Dios le ayuda".
Los vendedores de plásticos delgaditos bajo el patrón humano y llamados alevosamente "impermeables" ya hacían su "agosto" auxiliados por los negros nubarrones que se cernían sobre la zona y que anunciaban la inminente llegada del diluvio. Prevenido, compré el de a veinte porque los de "a diez nada mas le cubren la espalda joven".
Al acercarse al acceso, los puestos de venta de todo tipo de chucherías, ofrecen playeras, tazas, "caballitos", gorras, encendedores e infinidad de recuerdos. Siempre me ha llamado la atención la capacidad de la planta productiva “no estructurada" que en cuestión de días tiene listas y a la venta infinidad de productos mucho mas variados y económicos que los "productos oficiales". También me pregunto qué harán con todo lo que no se vende...
El nivel de organización logística que ha desarrollado Ocesa para este tipo de eventos no deja de ser admirable. Recuerdo con nostalgia aquellos primeros conciertos a principios de los noventa donde cada evento era una aventura organizativa. Hoy cada detalle, desde el estacionamiento hasta los alimentos, desde la seguridad hasta los baños, está fríamente calculado. Los filtros de seguridad son muchos y fluidos.
Después de caminar un buen trecho sobre la carpeta del autódromo, llegué a la puerta G, de Platino y Platino Plus. Los mercadólogos se empeñan en hacer creer al cliente que el es el mero bueno. Así, unos son "preferentes" pero otros son "platinos y platinos plus", los menos afortunados son únicamente "generales".
A las ocho aun se podían apreciar importantes huecos en el graderío, pero en cosa de 40 minutos aparece la gente de no se dónde y el campo de béisbol transformado en "foro" se llena hasta el copete.
A las nueve en punto, comienzan a ser proyectadas en las dos inmensas pantallas instaladas a los lados del escenario un collage de imágenes sesenteras.
De pronto se apagan las luces y aparece en el escenario Sir Paul McCartney acaso la leyenda viva mas grande de la cultura pop. El concierto arranca con Venus and Mars/Rock Show. A continuación tocan Jet, un clásico de Wings y muy apropiada para calentar conciertos gracias al corillo popero de "uu uu uuu uuuu uuuuuu uuu". Paul dice "hola México, hola chilangoussss".
De golpe y sin aviso previo, suenan los acordes de All my loving y todas mis defensas caen de golpe y me descubro llorando de la emoción "close your eyes and I'll kiss you..." es Paul el de los Beatles cantando a 20 metros de ti. En tu cara. Es muy difícil de explicar la sensación experimentada. A partir de ese momento fui un adolescente prendido y chillón.
Sir Paul baja la emoción con Letting go, pero en seguida suenan las trompetas de Got to get you Into my life y la constatación de que estás en un concierto de los Beatles se materializa. Otra vez para abajo con Highway, un cover de los Fireman (el proyecto de música electrónica que construyó al lado de Martin Glover) y Foxy Lady de Jimmy Hendrix.
"Good evening Mexico City, estamos muy contentos de estar aqui de nuevo, I'm going to speak in english but i'll try to speak some mexican: Fiesta en México!!!!!"
Paul se sienta al piano y dispara The Long and Wining Road. Luego dos éxitos más de Wings Nineteen Hundred And Eighty Five y Let ´Em In.
Paul coge el micrófono y dice en español "esta canción la escribí para Linda pero esta noche es para todos los enamorados" y se arranca con My Love.
El público está prendido y prendiendo sus encendedores. Paul utiliza su capacidad musical para improvisar una canción y llamarla Shine a Light in México City. Aprovecha el momento, en esto que ya se ha convertido en un sube y baja emocional, para soltar I´m Looking Trough You y Two of Us.
Paul McCartney se queda solo en el escenario. El resto de la banda ha hecho mutis. Coge su guitarra acústica y comienza a contar que el y su amigo George se empeñaban en aprender a tocar Bourrée en E minor, una pieza de Bach famosa entre estudiantes de guitarra y que a la larga se convertiría en la base de Blackbird. Mientras toca, una luna llena gigante de utilería desciende al escenario rivalizando con la real que ha aparecido al oriente le la ciudad.
A continuación toca Here Today, la canción que escribió después de la muerte de su amigo John. Las lagrimas aparecen de manera inconsciente en mas de uno incluyendo al de la voz.
Paul sabe que tiene a la audiencia demolida así que toma su mandolina y comienza los acordes alegres de Dance Tonight y la raza se vuelve a prender. Suena Mrs. Vandebilt y todo el Foro corea el “ho he ho”. Antes de que la gente pueda reaccionar suelta Eleanor Rigby.
Paul toma ahora un Ukulele, dice "voy a cantar esta en memoria de mi amigo George" y comienza a interpretar una rara versión de Something, la canción a la que el gran Frank Sinatra llamó “la mejor canción de amor jamás escrita”. En las pantallas, imágenes de George y Paul muy jóvenes y sonrientes. Las lagrimas aparecen de nuevo.
Paul refresca de nuevo con Sing the Changes. Comienzo a adivinar que será el preludio de una nueva espiral emocional, como cuando el carrito de la montaña rusa se aproxima a la bajada gigantesca.
Suenan los acordes de Band on The Run, enorme canción en tres partes in crescendo. La gente corea “baaaand on the ruuun”. Al terminar Paul anuncia que la siguiente canción nunca se había cantado en vivo hasta este tour y suena Obla-Di Obla-Da creando uno de los momentos mas sublimes de la noche. Niños y septuagenarios corean la canción que parece más bien un divertimento, un ejercicio lúdico rockero. Sin dejar que la gente baje la guardia suena Back in the USSR y aquello ya es ahora sí, una Fiesta en México. Siguen I´ve Got A Feeling y Paperbackwriter de los Beatles.
Suenan los acordes de A day in Life esa oda psicodélica de letra surrealista y mezcla el final con Give Peace a Chance, el himno pacifista que compusiera John Lennon y que diera a conocer en una de sus encamadas con Yoko en un hotel de Amsterdam en 1969. En la parte posterior del escenario aparece un inmenso símbolo de la paz.
Paul McCartney se sienta entonces de nuevo al piano y se comienzan a escuchar los acordes de Let it Be otro ícono musical de los sesentas. La audiencia es transportada mágicamente a la época donde la lucha por el amor y la paz eran la columna vertebral de todo. A continuación la energética Live and Let Die acompañada de fuegos artificiales y explosiones controladas. Para rematar la tanda, McCartney toca Hey Jude y el Foro Sol y sus 65, 000 gargantas se convierten en una sola voz que corea “na, na, na, na, na na naaaaaa” Simplemente impresionante y emocionante.
Paul y su banda abandonan por primera vez el escenario. Primer encore. La gente grita “otra, otra” y “Paul, Paul, Paul…”
McCartney regresa al escenario ondeando una enorme bandera de México mientras otro integrante de la banda porta la Union Jack, insignia del Reino Unido. Son las 11:32 y esto parece que no va a terminar pronto. El hombre de 68 años, vegetariano hace mas de 40, lleva mas de dos horas y media derrochando energía como un muchacho veinteañero. Canta Day Tripper seguida de Lady Madonna. Entonces pide a una chica de la audiencia que suba a bailar al escenario mientras interpreta Get Back. Nuevamente el Foro está a punto de caer. Los músicos abandonan el escenario. Segundo encore.
La banda regresa al cabo de unos pocos segundos. Suena Yesterday y los pocos que aún quedaban estoicos sucumben ante la magia de la beatlemanía. Lagrimas a la izquierda y a la derecha. Para bajar los ánimos toca Helter Skelter esa “diabólica” canción que inspirara a Charles Manson a cometer el homicidio que lo volvería trágicamente famoso.
Se acerca el final. Puede sentirse. Las cosas están “vistas para sentencia”. Paul agradece a su personal de apoyo. Agradece a la audiencia y se arranca con Seargent Pepper Lonely Hearts Club Band, la canción homónima del disco que transformaría para siempre la música popular y la industria discográfica mundial. Paul liga esta canción con The End, la última canción del último disco de los Beatles que dice en su parte última: “…y al final, el amor que te llevas es igual al amor que hiciste”. Termina el concierto entre miles de papelitos verdes, blancos y rojos…. Paul firma algunos autógrafos y recibe una playera de la selección nacional.
Las luces se encienden, la gente comienza a salir de estupor. El Foro se vacía. En el alma queda una sensación extraña de alegría y melancolía. Quizás sea la última vez que McCartney haga gira. El tiempo no perdona. Sin embargo la primera vez, aunque quizás sea la última, jamás se olvidará.

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