lunes, 29 de diciembre de 2008

2009

Termina 2008, año turbulento en el que ocurrieron eventos cuyas consecuencias aun no alcanzamos a dimensionar. La crisis de los sistemas financieros –más allá de los daños evidentes que provocará a las economías nacionales y familiares–, ha evidenciado la necesidad de una nueva arquitectura para la governanza internacional. Muchas veces se dijo que no era posible un mundo donde existen barreras y leyes para los humanos pero no para los capitales golondrinos manejados por especuladores sin escrúpulos.
Los lideres del mundo, deberán diseñar nuevas reglas e instituciones, basados en un mundo cada vez más horizontal y multilateral. Los mecanismos internacionales actuales, fueron diseñados tras la Segunda Guerra Mundial y han dejado de operar en la realidad actual. Mucho tendrán que decir a éste respecto, los grandes países emergentes que conforman el BRIC (Brasil, Rusia, India y China) y que hasta ahora han sido relegados de las grandes decisiones mundiales.
En 2009 habrá elecciones parlamentarias en México. La amenaza de una regresión autoritaria por la vía democrática es inminente. El país corre el riesgo de volver a manos de aquellos que se encargaron de destruirlo y que ahora pretenden regresar vestidos de ovejas verdes. La incapacidad del PAN y PRD de articular gobiernos eficientes, una democracia que no se refleja en el bolsillo de los ciudadanos y el error estratégico de mantener intacta la estructura de control corporativo de los priístas (en Sindicatos, Tribunales de Justicia, Delegaciones Federales, etcétera), tienen al tricolor al borde del regreso, primero en San Lázaro y en 2012 en Los Pinos.
La dirigencia del PRD tendrá que hacer un esfuerzo mayúsculo de humildad y postular en cada uno de los 300 distritos electorales así como en las listas de representación proporcional, candidatos ganadores cercanos a los ciudadanos y que representen el compromiso del partido con la gente y no sólo con sus propias tribus. Si cometemos el error de ponernos a la defensiva, el costo será elevadísimo. Sería conveniente recordar y replicar la experiencia de 1997 donde el partido, en ese entonces encabezado por López Obrador, presentó una ambiciosa y novedosa lista que combinaba equilibradamente la participación de los grupos internos con los ciudadanos destacados de cada distrito.
En el plano internacional, habrá elecciones en Alemania, la mayor economía de Europa; India, la mayor democracia del mundo; Indonesia, el mayor país musulmán, y en países clave como Sudáfrica, Afganistán e Irán (que festejará 30 años de la revolución que depuso al famoso Shá). En America Latina, habrá procesos en Chile y Uruguay, ambos gobernados por la izquierda.
El 20 de enero Barack Hussein Obama tomará posesión y se convertirá en el Presidente 44 de los Estados Unidos. En Marzo, la muñeca Barbie cumplirá 50 años de existencia y en octubre hará lo propio Asterix, el personaje francés de los cómics.
En 2009 se cumplirán aniversarios de hechos que transformaron la visión del mundo. Por un lado se conmemoran 400 años de que en 1609 Galileo construyera su primer telescopio que le permitió hacer las observaciones que le llevarían a concluir que era la tierra la que se movía alrededor del Sol y no al revés. De la misma forma, se cumplirán 150 años de la publicación en 1859, de El Origen de las Especies de Charles Darwin, donde expuso su teoría sobre la evolución y la selección natural de las especies. Cada uno de esos descubrimientos, cimbraron la idea que hasta entonces teníamos acerca del mundo.
Ambas teorías probaron que no siempre lo aceptado por todos es lo correcto. Ambos descubrimientos comprobaron que lo sostenido a sangre y fuego por las jerarquías políticas y religiosas puede y debe ser constantemente cuestionado. La esencia del hombre es el cambio y la búsqueda permanente.
Ojalá que en 2009 mantengamos la idea del cambio para mejorar. Cambiar para corregir. Cambiar para mantener. Cambiar para progresar.

martes, 23 de diciembre de 2008

Navidad en las Montañas

La noche del 24 de diciembre, a lo largo y ancho del país, los mexicanos celebramos acaso la más importante y observada festividad del año. Más allá del carácter religioso y comercial que en algunos momentos resulta asfixiante, la navidad, más concretamente la nochebuena (la víspera del nacimiento de Jesús) es una fecha importante en la que los mexicanos se reúnen alrededor del pan y la sal.
Sin importar la forma religiosa que se practique (si es que se practica alguna), es una realidad que ésta festividad se ha constituido como un punto de unión para las familias y amistades. Es la fecha en que los humanos perdonan y piden perdón, reflexionan sobre lo hecho en el pasado y hacen promesas respecto a lo que harán en el futuro.
En momentos tan complicados para la nación y para el mundo entero, la reflexión espiritual parece surgir como trozo de madera en medio del naufragio. Las personas y las organizaciones, necesitamos recapacitar sobre qué hemos hecho, hacia dónde nos dirigimos y cómo lo estamos haciendo.
En la magnifica obra de Ignacio Manuel Altamirano, Navidad en las Montañas (1871), un capitán del ejercito se encuentra perdido en medio de las montañas, huyendo de los conflictos generados por la Guerra Civil. De pronto su criado hace contacto con un cura que también cabalga por los rumbos y que amablemente invita a los viajeros a celebrar la nochebuena en un pueblecillo. El capitán accede no sin antes dudar de las intenciones del religioso no solo por las resistencias que tiene siendo soldado liberal, con la iglesia, sino que además el sacerdote es español.
A lo largo del viaje, el sacerdote va contando al capitán sobre el trabajo social que ha realizado en el pueblo, diferenciándose claramente de la mayoría del clero que parece preferir vivir en la opulencia antes que compartir la cruz con su pueblo.
A medida que el capitán va escuchando el relato del cura y la forma en que éste ha contribuido al desarrollo del pueblo al que sirve, comienza a reconciliarse con la religión que él pensaba ya extraviada en manos de las elites eclesiásticas asociadas a los poderes fácticos.
Dice el cura “… yo no pierdo de vista que soy, ante todo, misionero evangélico. Sólo que yo comprendo así mi cristiana misión: debo procurar el bien de mis semejantes por todos los medios honrados; a ese fin debo invocar la religión de Jesús como causa, para tener la civilización y la virtud como buen resultado preciso; el Evangelio no sólo es la Buena Nueva desde el sentido de la conciencia religiosa y moral, sino también desde el punto de vista del bienestar social. La bella y santa idea de la fraternidad humana en todas sus aplicaciones, debe encontrar en el misionero evangélico su más entusiasta propagandista; y así es como este apóstol logrará llevar a los altares de un Dios de paz a un pueblo dócil, regenerado por el trabajo y la virtud; al campo y al taller, a un pueblo inspirado por la idea religiosa que le ha impuesto, como una ley santa, la ley del trabajo y de la hermandad.”
El capitán exclama entusiasmado: “Señor cura ¡usted es un demócrata verdadero!” Y el cura le responde sonriendo: “Demócrata o discípulo del gran Maestro Jesús ¿no es acaso la misma cosa...?”
Hoy la Navidad en las montañas, en las costas y los valles, en las sierras y en las planicies, debe ser una invitación para encontrar aquello que estamos buscando: la salud, la paz, la justicia, el bienestar de todos.
Porque todos debemos entender que si no hay progreso para todos no lo habrá para ninguno. El bienestar de los desamparados significa la paz de los ricos y la justicia para los olvidados significa la salud de los privilegiados. Sobe este barquito de papel llamado Tierra, –frágil y endeble ante las inclemencias ambientales, financieras y políticas– viajamos todos y hasta que no lo entendamos así, seguiremos actuando equivocadamente pensando en el bien personal antes que en el colectivo; premiando al que sobresale pasando por encima de los demás y no al que sobresale por trabajar para los demás; reconociendo al que consigue logros personales y no al que busca los colectivos.
Ojala que esta nochebuena, al calor de los abrazos y de los brindis, al amparo de los regalos y las canciones, con la satisfacción de los alimentos y el bullicio de los cantos, encontremos un espacio para que cada uno –a la manera que cada quien lo entienda–, reflexione y medite unos instantes por el bienestar de los demás.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Autoridad y Autoritarismo

Después de vivir durante más de 70 años bajo un régimen donde predominó el autoritarismo, que no la autoridad, solemos confundir –muchas veces a conveniencia–, éstos términos fundamentales.
El autoritarismo es aquel régimen donde el poder se ejerce de manera absoluta, total, discrecional e ilimitada. En cambio, un régimen que ejerce la autoridad, entendida ésta como el ejercicio de las facultades que otorga la ley, es fundamental para el funcionamiento adecuado de los sistemas democráticos.
¿Cuál es entonces la diferencia entre uno y otro? Para los mexicanos quizás sea una pregunta aparentemente difícil ya que las fronteras entre ellos parecieran diluirse. Pero en realidad es muy sencillo de discernir: en México existía y existe un régimen autoritario donde no se respeta el principio de autoridad.
Por ejemplo, en México usted puede ser detenido arbitrariamente y violentamente bajo cargos fabricados por “madrinas”, policías políticos, orejas y otros especímenes que se resisten a desaparecer –y esto es igual bajo el partido político que usted quiera–. Esto es autoritarismo. De la misma forma, usted puede instalarse con sus compañeros de lucha –sin cuestionar si las lucha es justa o no– en plantón en cualquier arteria de cualquier ciudad del país y ninguna autoridad lo removerá a pesar del dañe que cause a terceros. Esto es falta de autoridad.
Un gobierno que no da cuentas a nadie, que no pide autorización al congreso para enfrascarse en una lucha sin estrategia contra la delincuencia organizada, que saca al ejercito a las calles sin una idea clara de cuándo regresarlo a los cuarteles, es un gobierno autoritario. Que cualquier delincuente lance granadas en una plaza repleta de ciudadanos inocentes es el reflejo de un gobierno que no impone su autoridad.
Cuando en un sistema todos sus integrantes –gobernantes y gobernados– están convencidos de que cada quien puede hacer su voluntad, estamos hablando de un estado fallido, de un sistema al borde de la quiebra. Cuando en un país los valores fundamentales como la vida y el derecho ajeno se violentan todos los días en todos los sectores a todas las clases sociales, estamos hablando de los prolegómenos de una crisis mayor, del cuestionamiento de la propia existencia del Estado. Cuando en un país la vida no vale nada lo mismo si se es sicario del narco, polícia –bueno o corrupto–, ciudadano de a pie o Secretario de Gobernación, estamos hablando de que ha llegado el momento de pensar en hacer un alto en el camino e imaginar esquemas de altura para enfrentar la crisis como pueden ser el Gobierno de Unidad Nacional o el Gobierno de Concertación. Bajo dichos modelos, el Presidente llama a las fuerzas políticas del país y conforma un gabinete donde todos participan.
La crisis de gobernabilidad por la que atraviesa el país, debe ser enfrentada por todos los sectores, todos los actores y todos los partidos. Si el Gobierno Federal y su partido, insisten en librar aislados una guerra que no es contra ellos sino contra todo el Estado, los resultados seguirán siendo funestos y el responsable será un sólo individuo. Algo similar ocurrió cuando Bush se obstinó en hacer una guerra al margen de Naciones Unidas con los resultados conocidos.
La autoridad es el remedio contra el autoritarismo, pero esta únicamente emana de la legitimidad –de origen o adquirida– que otorga el ejercicio democrático del poder. Lo contrario es la negación de la República misma. El dilema es convertirse en hombres de estado o en dictadorzuelos de terruños bananeros y fallidos.