lunes, 17 de mayo de 2010

Diego Fernández de Cevallos

El viernes pasado por la noche “desapareció” el licenciado Diego Fernández de Cevallos mientras llegaba a su rancho en Querétaro. El lunes al mediodía siguen sin conocerse las causas de la sustracción aunque las autoridades encargadas del caso manejan cuatro líneas de investigación sobre los autores del posible secuestro: 1) delincuencia “común”, esto es, pedir una fuerte suma por el rescate; 2) delincuencia organizada relacionada con el trafico de estupefacientes 3) motivos profesionales y/o laborales y 4 ) venganza personal.
Cualquiera que resulte ser el móvil del crimen, lo verdaderamente preocupante para la nación es la impunidad absoluta ante los hechos delictivos y el estado de indefensión en el que nos encontramos todos loa ciudadanos y del que al parecer no se libran ni siquiera los hombres mas poderosos del país.
Porque hay que recordar que Fernández de Cevallos no es cualquier político. El “jefe Diego” se ganó su apelativo porque a partir de 1991 siendo líder de la fracción panista en la cámara de diputados se convirtió en los hechos en el líder de la priista convirtiéndose en pieza clave para que Carlos Salinas de Gortari pudiera realizar las reformas legales (modernización le llamaron ellos) que desmantelaron y transformaron a la nación. Fernández fue el operador principal de la coalición PRI-PAN que le permitió a Salinas de Gortari recuperar algo de la legitimidad que as urnas nunca le dieron. A cambio, al PAN le comenzaron a reconocer sus triunfos electorales en lo que fue conocido como la “concertacesión”.
Gracias a su fuerte e histriónica personalidad y a un talento verborreico innegable Diego Fernández se convirtió en candidato del PAN a la Presidencia de la República. El punto climático de esa campaña echada para adelante y llena de frases ingeniosas y dislates de macho decimonónico, fue sin duda el debate televisivo entre los tres principales candidatos a la primera magistratura: Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano por el PRD, Ernesto Zedillo Ponce de León por el PRI y el propio Fernández de Cevallos por el PAN. En dicho debate, Diego, polemista avezado y gran orador, simplemete avasalló a sus contrincantes que sobre entrenados y descafeinados parecían simples muñecos frente al “Jefe Diego” que los aplastó con facilidad. Gracias al debate en el que llamó “buen muchacho” a Zedillo y amenazó a Cárdenas con mostrarle datos de su paso por la gubernatura de Michoacán, Fernández de Cevallos se situó durante algunas semanas a la cabeza de las preferencias electorales nacionales. Misteriosa y sospechosamente, lejos de apretar el paso para consolidarse en la punta, Diego desapareció del mapa haciendo creer a muchos analistas que había pactado con el PRI para no alcanzar la presidencia. “Haiga sido como haiga sido”, lo cierto es que el poder de Fernández de Cevallos aumentó considerablemente. El recién electo presidente Zedillo ofreció a Diego la Procuraduría General de la República pero éste prefirió instalar ahí a uno de sus alfiles y socios en su despacho jurídico: Antonio Lozano Gracia.
Durante el sexenio de Fox, Fernández de Cevallos ocupó un escaño en el Senado donde volvió a convertirse en el “Jefe” indiscutible. Los alcances y desviaciones de su poder, llegaron a un punto en que incluso la hermana del presidente Calderón, María Luisa Calderón Hinojosa “cocoa”, propusiera la llamada “Ley Anti Diego” que reformaba el artículo 62 de la Constitución y prohibía expresamente que diputados o senadores litigaran como abogados, gerentes o accionistas mientras cumplían funciones como representantes populares. Fernández de Cevallos se hizo el desentendido y afirmó: “Yo no mezclo ni vinculo ni confundo mi trabajo de senador con mi trabajo de abogado postulante; de tal suerte que los litigios los gano o los pierdo en los juzgados, no en el Congreso ni a través de los medios de comunicación”. Desde luego que la ley iniciativa nunca prosperó.
Fernández de Cevallos es el ejemplo más acabado del político-empresario que combina sus relaciones con las más altas esferas del poder para conseguir prebendas, favores e información privilegiada en beneficio de sus negocios particulares. Esto no es ilegal aunque si es poco ético y amoral.
El alejamiento inicial con el grupo del Presidente Calderón, terminó siendo una luna de miel. Calderón, minado por la ausencia de Juan Camilo Moriño y la incapacidad de otros de sus colaboradores no tuvo más remedio que echarse a los brazos del “Jefe Diego” y cederle parte del poder. Al día de hoy, son gente del equipo de Diego Fernández de Cevallos personajes tan encumbrados en el gobierno como el Secretario de Gobernación, Fernando Gómez-Mont y el Procurador General de la República, Arturo Chávez Chávez. De la misma forma, decenas de gobernadores, diputados, senadores, presidentes municipales y diversos funcionarios de distintos niveles, responden directamente a Fernández de Cevallos.
De ahí que llame la atención y preocupe notablemente que un personaje de la talla y con el poder de Diego Fernández pueda ser secuestrado y el Estado Mexicano permanezca impasible. Si un personaje de ese calibre puede ser atacado son que ocurra nada que nos puede deparar a los ciudadanos de a pie.
Quienes hayan perpetrado el crimen le pegaron directamente a la línea de flotación del Gobierno y del Estado Mexicano en su conjunto. Si Diego Fernández de Cevallos no aparece con bien en fechas próximas, el presidente Calderón quedará en una posición sumamente endeble máxime que en fechas recientes había señalado que el problema de inseguridad era más un asunto de percepción que de realidad. Hoy esa “percepción” se ha convertido en cruda realidad golpeando al miembro, quizás más notable de la clase dominante.

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