El ilustre pensador alemán Max Weber definió en su ensayo La Política Como Vocación, el concepto más desarrollado de lo que conocemos como Estado: aquella comunidad humana que, dentro de un determinado territorio (el territorio es el elemento distintivo), reclama (con éxito) para sí el monopolio de la violencia física legítima.
En consecuencia, hablar hoy de Estado Fallido en México, no es un juicio de valor sino una mera descripción de la realidad. A lo largo y ancho del país se suceden todos los días acontecimientos deleznables que nos indican que el Estado Mexicano ha sido absolutamente rebasado por la delincuencia (la organizada y la común). Sin embargo, con frecuencia se confunden los conceptos de Gobierno y Estado y tanto los defensores a ultranza del gobierno –cualquiera que este sea: federal, estatal o municipal; PAN, PRD o PRI– como sus detractores, niegan la falla o la festejan, sin darse cuenta que el estado es como un cayaco en el que viajamos todos y que si éste se hunde nos hundimos todos.
La semana pasada comenzó y terminó teñida de sangre. En Chihuahua se atentó contra el gobernador y fue levantada una Magistrada del Tribunal de Justicia. El gobernador Reyes Baeza vive ahora blindado por miembros del ejercito y la magistrada prefirió no levantar denuncia alguna, sabedora de que muchas veces de nada sirve acudir ante los impartidores de justicia.
En Guerrero fue asesinado en plena plaza pública el ex presidente municipal perredista de Petatlán y a los pocos días, Rolando Landa, sindico priista en funciones de La Unión, ambos municipios en la Costa Grande. En Ayutla, aparecieron los cuerpos de los dirigentes indígenas que habían sido levantados días antes.
En el municipio conurbano de Jaltenco, Estado de México, un comando encapuchado asaltó con palos y machetes la casa de un defensor de animales que daba, –quizás de manera inadecuada–, refugio a decenas de animales callejeros. El saldo fue de decenas de animales masacrados ante la complacencia de las policías municipal y estatal que no intervinieron para nada.
Los anteriores son algunos casos emblemáticos de lo que pasa en el México real. Como vemos, la violencia y la impunidad no hacen distingos entre partidos, niveles de gobierno o sociedades. El estado fallido es real, vivimos dentro de él aunque nos resistamos a admitirlo. El asunto no terminaría con anuncios espectaculares, firmas de conveníos ni reuniones de seguridad nacional en los pasillos de palacio. La ciudadanía debe de entrar a rescatar a sus instituciones.
El pasado domingo, en el influyente programa Meet The Press de la cadena estadounidense NBC, Robert Gates, secretario de defensa de aquél país, dijo que los Estados Unidos proveerán a México con recursos, implementos para reconocimiento y vigilancia; pero únicamente cooperación (es decir, no intervención), incluyendo inteligencia. Claramente es un problema serio pero lo que yo pienso es que la gente tiene que resaltar el valor que (el presidente) Calderón ha mostrado enfrentando el problema, porque una de las razones por las que se ha complicado tanto es porque sus predecesores básicamente se negaron a hacerlo (enfrentar el problema).
Las declaraciones de Gates nos revelan por un lado, la preocupación de los Estados Unidos ante la escalada delictiva en México, y por otra, es el reconocimiento tácito de que, de acuerdo a la visión estadounidense, los gobiernos anteriores evadieron la responsabilidad de plantar cara al crimen organizado y hoy pagamos (todos) las consecuencias de años y años de omisión, indolencia o franca complicidad gubernamental.
El fallo del Estado no es el fallo del gobierno. Es el fallo del conjunto de instituciones (gobiernos, partidos, instituciones, grupos sociales, medios) que regulan la vida dentro del territorio nacional. El llamado de atención es parta todos. Ningún miembro de la sociedad puede rehuir la parte que le corresponde en el rescate del Estado Mexicano. Hoy, quedarse callado o pecar por omisión es tan irresponsable como mezquino. México es un Estado Fallido y únicamente la unidad nacional a través de un Pacto Nacional más allá de los gobiernos y los partidos, habrá de rescatarnos y evitar que el México Bronco se instale para siempre.
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