lunes, 2 de mayo de 2011

Edad Media

A los compañeros de El Sur en su 18 aniversario. Nuestro periódico ha dejado ya de ser una empresa privada a ser patrimonio cultural de los guerrerenses.

Nadie puede sentirse contento con la muerte de un semejante. Incluso cuando la persona en cuestión es acusado de dirigir un red criminal mundial a la que se le atribuyen miles de muertos en actos terroristas de diversa índole. Casi todas las religiones del mundo nos enseñan a amar al prójimo y especialmente a amar a los que nos odian. Dice el evangelio según San Mateo «Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los Cielos, que hace salir su sol sobre buenos y malos, y hace llover sobre justos y pecadores. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? ¿Acaso no hacen eso también los publicanos? Y si saludáis solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de más? ¿Acaso no hacen eso también los paganos.» (Mateo 5, 43-48)
Comprendo, aunque no comparto las muestras de júbilo en los Estados Unidos ante el asesinato a manos de un cuerpo de Elite de Osama Bin Laden, líder de Al Qaeda. Los Estados Unidos, un pueblo religioso y que se dice cristiano (incluso los presidentes juran ante la biblia), hace gala de su puritanismo y doble moral que dista mucho del espíritu cristiano del amor al prójimo.
Durante años nos dijeron que Osama Bin Laden se escondía en las montañas de la intrincada frontera que divide Afganistán de Pakistán. Ahora resulta ser que Bin Laden vivía en un complejo de varias hectáreas en la populosa y absolutamente urbana ciudad de Abottabad a sólo 80 kilómetros al norte de Islamabad, la capital de Pakistán. Una visita aérea a dicha ciudad con la ayuda del Goggle Maps, nos revela que el suburbio en cuestión es una linda urbe de unos 150,000 mil habitantes con todos los servicios y modernidades como escuelas (entre ellas una prestigiosa academia militar y un colegio de postgraduados), hospitales de primer nivel, club de golf, etcétera. Durante mas de 10 años, Osama Bin Laden logró escapar de los intentos de los Estados Unidos y sus aliados por capturarle. Nadie y menos el fugitivo mas buscado y mas mediático del mundo pudo haber escapado a tal cerco sin la ayuda y complicidad de diversos poderes reales y facticos. Al final y si hacemos caso a la versión oficial, fue a través de uno de sus hombres de mas confianza que actuaba como “correo” como pudieron dar con Osama. Y así, en una operación digna de cualquier guión de Hollywood, en un santiamén, Obama terminó con Osama.
Este fin de semana el mundo nos devolvió de golpe a la edad media. Por un lado, en Londres se festejó una boda real con pompa y boato. El publico acudió extasiado (en vivo o a través de la televisión) a la ceremonia de cuento de hadas. Como si las repúblicas no existieran como si viviéramos en la época previa a la Revolución Francesa. Mientras tanto en Roma, la iglesia católica beatificaba al extinto Juan Pablo II, aun con la mácula de su cercana relación con Marcial Maciel, pederasta reconocido. Para cerrar la semana, los Estados Unidos quemaron a balazos al hereje y enemigo público número uno y ahora mártir de la yihad Islámica, Osama Bin Laden.
Hay momentos en la historia de nuestra civilización en que parece que el mundo avanza a pasos agigantados hacia un mundo mejor. Pero hay semanas como esta que terminó en que la realidad nos regresa a la edad media a la época mas sombría, a la intolerancia, al oscurantismo y al mundo de los privilegiados.
El mundo necesita más apertura y menos fundamentalismos; más democracia y menos oligarquías; más justicia terrenal y menos justicia divina; mas ciudadanía y menos estado. Más amor y menos guerra.

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