lunes, 9 de mayo de 2011

Tomar las calles

El fin de semana anterior ocurrieron en las calles de México y algunas del mundo, expresiones populares en contra de la violencia que asola a la patria. Las manifestaciones fueron el reflejo popular de una sociedad que ha dicho ¡Ya basta!
Ya basta de que los criminales se hayan apoderado de nuestras calles y caminos. Ya basta de vivir sintiendo miedo, de vivir como rehenes de los más fuertes, de vivir en la jungla. Ya basta de que la única ley que se respete sea la ley de la selva, la ley del más grande, la ley del más poderoso.
Basta ya de autoridades omisas. Basta ya de sociedades apáticas. Basta ya de medios cobardes y a modo. Basta ya de intereses electorales por encima del interés supremo de la patria. Basta ya de seguir evitando hacer hoy lo que se debe, por miedo a las elecciones de mañana. Basta ya de estados fallidos, gobiernos fallidos y ciudadanías fallidas.
El fin de semana el pueblo tomó las calles. Y no debemos de engañarnos ni dejarnos engañar. La movilización no fue en contra del gobierno de Calderón sino a favor de la vida. No fue a favor de los delincuentes sino a favor de una revisión de las estrategias planteadas. No fue contra Felipe fue a favor de Javier.
Los mexicanos debemos de seguir tomando las calles de manera pacífica y organizada. La única forma de recobrar los espacios arrebatados por la delincuencia no es ocupándolos con las fuerzas federales sino con la gente. El espacio público se recupera con el pueblo y no con los soldados.
Por ello debemos de seguir convocando y organizándonos. Porque este no es un asunto de partidos ni de credos ni de religiones ni de colores. Porque la delincuencia le pega a los más pobres pero también a los más ricos. Porque los delincuentes no distinguen orígenes ni sueños ni historiales. Porque si el país se nos escapa de las manos no será problema de Calderón sino de todos y cada uno de nosotros.
Las calles son nuestras, deben de ser nuestras y debemos de seguir ocupándolas. Que el gobierno no se espante, que escuche. Que el gobierno no vea complots ni manos negras ni conspiraciones internacionales para desestabilizar al país. Que escuche. Que deje a un lado la soberbia. Que acepte que algunas de sus estrategias quizás estén equivocadas. Que escuche.
Y que los grupos políticos no traten de sacar raja de una movilización eminentemente ciudadana. Si los partidos y los gobiernos hubiéramos sido capaces de hacer algo, la sociedad no habría tenido que organizarse por su cuenta. No. Los partidos hemos sido omisos, ciegos y sordomudos. Los partidos nos hemos preocupado mas por las grillas internas, externas y eternas que por convertirnos en verdaderos instrumentos de la sociedad. No. Esta lucha es una lucha de la sociedad que no encontró en las organizaciones intermedias un verdadero interlocutor.
Y si los organizadores originales deciden organizar sus baterías hacia objetivos específicos, la sociedad deberá retomar la lucha original que no es contra nadie en especifico sino a favor de la paz, de la vida y de la libertad.
Porque para tener democracia, primero hay que tener vida. Para tener bienestar, primero hay que poder estar. Para Vivir Mejor primero hay que simplemente poder vivir. Porque para poder decidir a favor de un partido político u otro, hay que llegar vivo a los procesos electorales. Para poder consumir los productos de los empresarios y para poder educarnos primero tenemos que tener garantizado el derecho a la vida. De eso se trata esta lucha, de el derecho inalienable de todas y todos los mexicanos a la vida, así sin adjetivos.
Hoy el dolor de un poeta logró articular el dolor de muchos mexicanos que han perdido familiares, amigos, amores, vecinos. Del dolor del poeta surge la llama que puede derivar en gran hoguera de lucha. De la sangre derramada por miles y miles de mexicanos inocentes, habrá de surgir una patria nueva donde todas y todos tengamos garantizado el derecho fundamental que es el derecho a la vida.
Así sea.

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