lunes, 28 de septiembre de 2009

Los perfiles antes que los nombres

La sucesión en Guerrero –adelantada a mi juicio– ha comenzado irremediablemente. Los diferentes actores y grupos se mueven fuertemente de cara a lo que habrá de ocurrir en el futuro próximo.

El primer punto a tomar en cuenta, por absurdo que parezca, es la fecha de la elección. Como resultado de la Reforma Electoral Federal de septiembre de 2007, Guerrero fue severamente afectado en la fecha de su elección. Ríos de tinta se han esparcido desde entonces. Cientos de opiniones se han vertido al respecto, algunas bien intencionadas y otras no; algunas certeras y otras que de tan ignorantes se vuelven cómicas. Lo cierto es que a un año y seis meses de que concluya la actual administración, no se tiene una fecha cierta para la realización de la elección para gobernador de Guerrero.

El punto no es un asunto menor porque todos los que entienden de política saben que en ésta, el timming es fundamental. Para los partidos y los candidatos es primordial llegar en el pico de la ola de su popularidad justo en la fecha de las elecciones, ni antes ni después. Si se llega a éste antes, todo será caída y si se arriba después, todo esfuerzo habrá sido en vano. Por ejemplo, si la corte decidiera que las elecciones se realicen en julio del 2011 y no el tercer domingo de enero del mismo año como lo ha decidido el Congreso Local, la diferencia entre una fecha y otra –seis meses– es demasiado grande como para arrancar la carrera a destiempo con el riesgo de quedar sin energía a medio camino. Por eso es fundamental tener cuanto antes certeza de la fecha para poder planear la mejor estrategia política.

En segundo lugar, los partidos tenemos que pensar en el perfil que debe de tener la mujer o el hombre que vaya a abanderar nuestra lucha. En este punto hay que tener presentes muchos factores. Aquí sólo algunos que según mi opinión debe tener el candidato o candidata del PRD a la Gubernatura del Estado de Guerrero.

La mujer o el hombre que encabece el proyecto progresista para el 2011, debe de ser aquella persona que entienda que la actual administración ha sido la de la transición política. La presente administración ha sentado las bases políticas y administrativas sobre las cuales habrá de consolidarse un proyecto socialista y progresista para sacar a Guerrero de su profundo atraso. Aquellos que pensaban que transformar Guerrero era cosa de unos días, ignoran por completo la magnitud del reto.

Esta administración ha tenido la enorme tarea de, ya no digamos “poner los cimientos”, sino más bien de limpiar y emparejar el terreno, poner en orden su legalidad, definir sus colindancias y sacar a la pandilla que durante décadas ocupó ilegítimamente este valiente y hermoso suelo. Pero este primer impulso no será suficiente ni habrá servido de mucho, si no hay continuidad en el proyecto de transformación democrática de Guerrero. Lo mucho o poco que se ha logrado, será rápidamente desmontado si llegara a ocurrir la amenaza de la regresión autoritaria.

Por ello los socialistas, progresistas y demócratas de Guerrero, debemos impulsar un proyecto que vaya hacia delante y no hacia atrás. Que mire hacia el futuro y no hacia el pasado. Que piense en los ciudadanos libres y no en los cacicazgos anquilosados, adocenados y amorcillados. En síntesis, la mujer o el hombre que encabece la gran alianza democrática necesita hacer un compromiso claro con un proyecto socialista de avanzada como vía para sacar a Guerrero del atraso.

No caben las simulaciones. Guerrero puede y debe ser el gran laboratorio político y social donde la izquierda mexicana demuestre que efectivamente tiene un proyecto alternativo para transformar al país. Gobernar la ciudad con el mayor índice de desarrollo (el Distrito Federal) puede hacerse montado en la vieja estructura clientelar y corporativista. Sin embargo, sacar a México y a Guerrero del atraso más histórico, requiere medidas revolucionarias que transformen la pobreza, no que la administren; que cambien las formas de hacer política, no que pacten con las existentes; que definan reglas nuevas y no que usen las viejas con los mismos actores. Trasformar Guerrero requiere altura de miras y generosidad política, mucha política y más política. Un nuevo régimen necesita nuevas reglas y nuevos actores, lo contrario es poner vino nuevo en odres viejos.

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