lunes, 24 de agosto de 2009

Nuevo Equilibrio

El pronto, cabal, cierto, creíble y convincente esclarecimiento del espantoso asesinato de Armando Chavarría Barrera es el mejor homenaje que le podemos rendir. Los responsables de la procuración de justicia tienen un reto ineludible. Si no hay resultados todos los actores políticos sufrirán por una ejecución colectiva

El crimen de Armando ha desequilibrado, perturba y enturbia las relaciones políticas de la entidad y nos vuelve a colocar frente al crimen político como componente de una ya de suyo deteriorada situación.
Son momentos de estar, de gobernar, de hacer política, de no evadirse; son momentos para crecer, para convertir el luto en capacidad de transformación.

A nadie salvo a los malditos y cobardes asesinos favorecen los reproches y las acusaciones mutuas. Y ¿por qué no decirlo? El gobernador debe entender los mensajes de la sociedad, los justos reclamos, los reproches y crecer, esmerarse en unir a Guerrero y a las izquierdas.

¿De qué estamos hechos quienes seguimos vivos? ¿Seguiremos abonando al mar de la confusión, de las declaraciones, los señalamientos irresponsables, las acusaciones sin fundamento, los desahogos viscerales? No son tiempos para los depredadores. No es la hora de los buitres.

La politiquería enriquece la barbarie y es un signo de premodernidad. Guerrero no logra alcanzar la grandeza humanizando la vida pública, superando la cultura de la muerte y cultivando la de la vida. Un homenaje a la dimensión del comportamiento de Armando sería imitarlo en sus mejores actitudes de moderación, respeto, tolerancia.

El ominoso, artero y provocador homicidio no debe ser punto de partida para sembrar más odios ni rencores. Nadie tiene derecho a soslayar la urgencia de justicia y también de construir el nuevo equilibrio de fuerzas y la unidad primero del PRD, la alianza de las izquierdas y la coalición ciudadana para mantener el gobierno en el rumbo de una honda transformación democrática.

El sacrificio de Armando es un reto a la construcción de la izquierda que México necesita y las dirigencias están obligadas a dar pasos reales en esa dirección. ¿Tiene sentido acudir al eufemismo acusando a los denominados grupos caciquiles? ¿Quiénes son? ¿Porqué no les ponen nombre y apellido? No hacerlo además de cobardía es frivolidad. ¿Son estos los fundadores y constructores los dirigentes de la izquierda del siglo XXI? El PRD debe saltar del estridentísimo declarativo al partido que nos reclama la sociedad.

La sangre de Armando todavía arde como para desencadenar un deplorable proceso de ambiciones. Ahora resulta que todos eran amigos y compañeros de Armando, que ya era el candidato, que no tenía rivales. Debemos detener la ambición desbordada.

La postulación del candidato del PRD ahora más que antes tiene que cursar un procedimiento incluyente, claro, unificador y unitario no puede ser cuestión de ocurrencias. Recuerdo como si lo estuviese viendo ahora mismo las reacciones al asesinato de Colosio.

Entonces y ahora –así lo espero– la familia dará muestras de grandeza, de amor, de excepcionalidad, de congruencia manteniendo limpia la bandera de la justicia. Pobres quienes pretenden parasitar y lucrar con el dolor humano. Deténganse. Alto a los intentos de tasajear a un camarada para repartírselo en tajadas. Respeten la memoria y el ejemplo de Armando.
Son tiempos de solidaridad, de grandeza, de moderación y dignidad en el reclamo. Evitemos la provocación.

Los asesinos eliminaron a Armando también para sembrar miedo, confusión y para desatar los peores instintos. Las balas impactaron sobre el PRD, dañan al gobierno y a su titular y lastiman a toda la clase política Es cierto la política desde sus orígenes ha estado marcada por la ambición, por la guerra, por la eliminación de rivales y enemigos y así está escrita la historia de la barbarie del ser. Sin embargo estamos obligados a sentar las reglas de la competencia mutuamente respetuosa, del humanismo como valor de la vida pública.

México y Guerrero están lastimados por los sembradores de odios y de rencores que envilecen a la política y a sus actores quienes han perdido credibilidad

¿Qué hacer? Mostrar grandeza y generosidad, prudencia y capacidad de concertación.

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