lunes, 17 de agosto de 2009

El México queremos, la izquierda que necesitamos.

Se ha dicho hasta el cansancio, que por sus condiciones geopolíticas, sus recursos naturales y por su gloriosa historia, México es un país con todas las características para ser exitoso. Sin embargo, no lo somos. Nada más lejos de ello. De hecho este año seremos el país que menos crecerá de acuerdo a la proyección de la Comisión Económica para America Latina y el Caribe, CEPAL.

Y las causas de esta contracción son muchas y de diverso origen. Desde la crisis económica mundial hasta la falta de diversificación de nuestras exportaciones; desde una burocracia corrupta y anquilosada hasta aspectos idiosincrásicos y atávicos.

Lo real es que desde la izquierda, hemos dejado de visualizar y por lo tanto de tener claro qué clase de país queremos y qué partido necesitamos para conseguirlo. Desde el perredismo muy a menudo caemos en el error de criticar equis o ye medida de gobierno, argumentando que son políticas antipopulares, neoliberales y de derecha, pero hemos perdido la capacidad de presentar alternativas viables a las políticas de gobierno.

Algunos especialistas señalan que la crisis económica mundial que sufrimos en estos momentos, es al capitalismo lo que en su momento significó la caída del muro de Berlín al comunismo soviético. Ante esta realidad es indispensable intentar definir qué es la izquierda y cuál es la propuesta de nación que planteamos.

Desde la izquierda, soñamos con un México justo. Un México donde la justicia deje de existir solo en la letra y nunca en la calle. Un poder judicial independiente, capacitado, probo al que se llegue a través de los concursos de oposición. Un poder judicial moderno y tecnificado donde no existan los coyotes, las madrinas, las orejas y demás fauna nociva. Sin embargo desmontar todo el sistema existente requiere reformas mayores, acaso Constitucionales, que requieren un nuevo acuerdo nacional. Necesitamos fijar plazos y metas asequibles y fiscalizables. La izquierda debe de dejar de defender leyes viejas y adocenadas que alguna vez representaron conquistas sociales y que hoy actúan en sentido opuesto como la Ley Federal del Trabajo. La izquierda debe de hacer pública su agenda en el tema de Justicia pero a partir de un conocimiento pleno del tema y de un diagnóstico sereno, real y con consideraciones presupuestales.

Desde la izquierda soñamos con un México competitivo. Un México que se convierta en el país más atractivo para hacer negocios y donde el gobierno acompañe, regule y sancione, pero que no ralentice, burocratice y obstaculice. Un país con educación plena, total y de vanguardia, donde los profesores sean los que encabecen la transformación y no sean los que la impidan parapetados desde sindicatos decimonónicos. El gobierno debe de impulsar pero nunca ser parte de la actividad económica. Un país donde los campesinos produzcan bien y mucho. Donde el campo vuelva a ser rentable y para esto es necesario hacer un mapa nacional donde se definan las vocaciones productivas de cada región y subregión. Debemos de fomentar la economía familiar y la producción de traspatio como una estrategia para erradicar la pobreza, más allá del falso debate entre peces y el enseñar a pescar que plantean los que piensan que el Estado es un barril sin fondo donde sobran los recursos para repartir a manos llenas.

Desde la izquierda soñamos con un México solidario. Un México donde nos fijemos metas claras para que en una fecha determinada, erradiquemos de una vez y para siempre, la pobreza alimentaria, el analfabetismo y las defunciones infantiles y maternas por muertes curables. Es inaceptable que en un país que se dice del club de los desarrollados siga imperando la pobreza más lacerante.

Necesitamos comenzar a debatir todos y cada uno de los temas. Necesitamos construir un partido de izquierda que retome la tradición de la discusión de la crítica y de la autocrítica, del estudio de la historia y de materias como economía, sociología, ciencias políticas y administración pública.

Las políticas públicas que necesitamos, tienen que ser producto de un partido que esté a la altura del país que queremos. No podemos tener un partido injusto, improvisado, individualista e inculto, si nuestros sueños son tener un México justo, competitivo y solidario.

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