lunes, 27 de julio de 2009

Deslinde

Zeferino Torreblanca anunció el pasado miércoles que se deslindaba de “las practicas corruptas del PRD, (…) deslindarme de la formula en la que el PRD es solamente un instrumento de corrientes y de grupos…” Añadió: “no me deslindo del PRD, me deslindo de sus malos dirigentes, de los que lo tienen secuestrado... creo que la solución no está en cambiar a la dirección del partido, si seguimos teniendo al partido secuestrado en función de corrientes lo único que vamos a hacer es cambiar de camiseta pero no cambiar a fondo la directriz del PRD”

De manera inmediata, aún sin conocer las declaraciones de Torreblanca, los personeros del pasado, se apresuraron a descalificar a Torreblanca colgándole un sin número de epítetos. Yo creo que las opiniones, –todas ellas respetables– de algunos compañeros perredistas contra el posicionamiento del gobernador, están hechas con las tripas más que con el cerebro y a partir del principio muy humano de la lucha por la supervivencia personal.

La parte sustancial del llamado del gobernador es a la construcción de una alianza progresista de izquierda que sea lo suficientemente amplia como sea necesario para que en ella puedan caber todas aquellas fuerzas políticas y sociales que se niegan a ver como el PRI recupera espacios mientras los perredistas nos quedamos como el chinito.

No es la hora de la quema de brujas ni de los Torquemada tropicales. El dilema no es quién es el candidato sino cómo ganar la gubernatura aglutinando a las distintas fuerzas democráticas que se resisten a la idea de que regresen los mismos de siempre disfrazados de verdes corderos. Y en esta gran alianza deben de tener cabida todos: desde los luchadores que se fueron del PRD para unirse a Convergencia y PT hasta las organizaciones intermedias (productivas y gremiales); desde los priistas de avanzada –que ven con tristeza como los dinosaurios los desplazan nuevamente– hasta las clases medias y altas que recuerdan las practicas del viejo régimen que no se acaba de ir.

Lo primero que hay que hacer, en la mejor tradición de la izquierda es un ejercicio de crítica y autocrítica. Hacer un análisis serio de lo que hicimos y lo que dejamos de hacer en el último tramo de la actividad política. ¿En verdad los miembros del comité ejecutivo nacional y del secretariado estatal se sienten satisfechos de su esfuerzo personal? ¿Seguirán creyendo que las elecciones se ganan en interminables y estériles reuniones kilométricas y de “evaluación”, realizadas en la comodidad de las oficinas? ¿Serán concientes de que a nivel de cancha los militantes ni los conocen ni les interesan sus discusiones pírricas? ¿Sabrán que una cosa es la opinión pública y otra la opinión publicada?

Deslindarse no es sinónimo de separarse. Deslindarse es fijar linderos, aclarar algo de modo que no haya confusión en ello. Deslindarse de la practicas y formulas corruptas significa en primer lugar aceptar las culpas propias. Al sugerir a los miembros de IR que disuelvan su corriente, Torreblanca está admitiendo de manera implícita que se equivocó al crear un grupo propio al interior del PRD en lugar de convertirse en el armonizador de las distintas partes. Está admitiendo que fue parte y no juez. Hoy, al llamar a la construcción de un “gran movimiento” no se aleja del PRD sino que se acerca a la sociedad. Si para los dueños de la franquicia, acercarse a la sociedad es alejarse del partido pues ese es problema de ellos.

Decir que el único culpable de las derrotas del PRD es el gobernador y la decepción de la gente en su gobierno, es ignorar, de entrada, que la victoria histórica del PRD en 2005 se dio gracias a la suma de muchos actores y sectores de la sociedad que a partir de las elecciones municipales y legislativas de octubre del mismo 2005 se sintió abandonada por un PRD que se encerró en si mismo. Este modelo hizo crisis en las elecciones de 2008 y tocó fondo en las federales del 5 de julio pasado. En realidad el PRI gana poco o nada. Es la izquierda la que al romper su alianza permitió el regreso de los de siempre. Si a la gran alianza progresista, le sumamos los votos del PAN que ya en febrero de 2005 se decantaron mayoritariamente por Zeferino, tendremos ahí la suma de votos necesaria para impedir que el PRI, que ya vocifera tener “tres cuartas partes del cuerpo” dentro de Casa Guerrero, realice su sueño regresionista.

Los únicos que parecen darse cuenta de ello, son los priistas que harán todo lo que esté a su alcance por impedir una Gran Alianza Progresista por Guerrero. Saben que si la alianza se logra la lucha será cuerpo a cuerpo. Ellos apostarán al rompimiento de los grupos que envueltos en la bandera del puritanismo intentará lanzar el movimiento al vacío a cambio de un suculento plato de lentejas.

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