lunes, 2 de febrero de 2009

De normas, leyes y burlas

El pasado domingo, durante la transmisión televisiva del juego de futbol disputado entre Toluca y Pumas se pudo observar propaganda del autodenominado Partido Verde. Estos anuncios no tuvieron la forma de spots, prohibidos por la reforma constitucional de septiembre de 2007, sino de barras electrónicas situadas físicamente en el estadio.

Nunca me gustó la reforma electoral de septiembre de 2007, principalmente la parte relativa a la restricción para adquirir espacios publicitarios en medios electrónicos. No creo en las normas prohibitivas: no consiguen cumplir los objetivos para los que se crean y en cambio fomentan distorsiones peligrosas.

Estoy convencido de que el Estado no debería meterse a regular, bajo ninguna circunstancia, las libertades individuales. A lo largo de la historia la humanidad ha vivido infinidad de ejemplos de disposiciones legales que a nombre del bien común lesionan las libertades. Es el caso de las leyes de imprenta, de contenidos y ahora la electoral. Disposiciones éticas, estéticas, morales y religiosas, fueron las que condenaron a Galileo a desdecirse a riesgo de perder la vida. Años antes, las leyes romanas hicieron que los primeros católicos se resguardaran en las catacumbas y practicaran sus costumbres entonces paganas en la clandestinidad. Lo mismo ha ocurrido con la música diabólica de Mozart, Beethoven y recientemente con el Jazz y el Rock. En las artes visuales, a Goya le obligaron a vestir a La maja y Picasso fue criticado por pintar diabólicas deformidades, todo en nombre del bien común.

Otro caso es el de las leyes contra los fumadores, donde la ley raya en el cinismo porque asumiendo que el consumo de tabaco es nocivo para la salud, si en realidad al Estado le preocupara la salubridad pública, debería entonces de prohibir la producción, distribución y venta de tabaco, y no solamente su consumo en lugares públicos.

Sin embargo, aunque existan ordenanzas que puedan ser discutidas y cuestionadas, es un deber de los ciudadanos, de las autoridades y de los legisladores, cumplir y en su caso hacer cumplir las leyes, aunque en éste país, la mayor parte de las veces tiros y troyanos buscan la manera de escurrir el bulto y burlar la norma.

El caso de los partidos políticos es notable porque son éstos, a través de los legisladores emanados de sus filas, los que crean las reglas que más adelante intentarán eludir. La pasada Reforma Electoral Federal, buscaba en su espíritu, evitar que grupos particulares de poder influyeran a través de la compra de tiempos en los medios electrónicos en la opinión de los electores. Como la autoridad hasta entonces constituida, no pudo, no intentó o no quiso detener la andanada empresarial contra López Obrador, al legislador se le ocurrió prohibir la compra de tiempos por parte de particulares, para así perpetuar el juego maldito que parece perseguir al estado de derecho mexicano, de querer enmendar la aplicación de una norma, creando una nueva.

En México existen infinidad de leyes en materias tan particulares como la producción de café o el uso de los símbolos patrios; hay fiscalías y procuradurías especializadas en delitos electorales, cibernéticos, sexuales y de abusos contra periodistas; tenemos tribunales agrarios, de lo contencioso administrativo y electorales; comisiones estatales y nacionales de derechos humanos y defensores no gubernamentales de infinidad de causas. Pero toda esta estructura burocrática, que busca enmendar las omisiones legales, no resulta en mayores niveles de justicia en sus determinadas áreas.

Por esta misma vía, ante el vacío que se provoca en un estado fallido, el estado ha comenzado a crear comisiones ciudadanas para la seguridad pública, para la educación, para la comunicación, etcétera.

Pero mientras no logremos crear la cultura de la legalidad a través de la educación y del ejemplo, podemos seguir creando IFE, TRIFES, FEPADES y Comisiones Especiales (la más patética por la extensión de su nombre inversamente proporcional a su utilidad es la llamada Comisión de Seguimiento a las Denuncias Presentadas por el Presunto Ejercicio Indebido de Servicio Público en la Presidencia de la Republica, durante la Gestión del C. Vicente Fox Quesada con relación a los señalamientos del Incremento de su Patrimonio) sin resultado alguno.

Mientras sean los partidos, es decir, los creadores de las leyes, los principales violadores de éstas, jamás avanzaremos en la cultura de la legalidad. Por cierto, el partido de fútbol del domingo terminó 1 a 0, a favor del Toluca, gracias a un fuera de lugar que el encargado de hacer cumplir la ley, el arbitro, no intentó, no pudo o no quiso ver.

1 comentario:

rojo/mon dijo...

que bueno saber que alguien escribe cosas serias en la blogósfera