lunes, 12 de abril de 2010

RENAUT

México es un país donde pensamos que la solución a los problemas pasa por hacer normas y leyes específicas. Pocas naciones cuentan con tantas y tan especializadas oficinas, comisiones, consejos y “acuerdos”. En México pensamos que si existe un problema la mejor solución es crear una institución que resuelva el asunto. Si por ejemplo tenemos el problema medioambiental, por qué no crear una Procuraduría Federal de Protección Ambiental (Profepa); si el problema es con las instituciones financieras, por qué no crear la Comisión Nacional Para la Defensa de Usuarios de las Instituciones Financieras (Condusef); si el problema es que hay delincuentes que extorsionan desde las prisiones del país a través de teléfonos celulares, la solución no es mejorar la seguridad de los centros de reclusión sino crear una base de datos gigantesca, donde metamos los datos de todos los usuarios para crear el Registro Nacional de Usuarios de Telefonía (Renaut).

Adicionalmente tenemos números de CURP, IMSS, ISSSTE, RFC, REPUVE, IFE y demás chaladas por el estilo. Para solucionar un problema en México creamos tres nuevos y una institución con su respectiva ley y reglamento y desde luego, funcionarios y asignación presupuestal.

El RENAUT fue creado como parte del Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad del 25 de agosto de 2008, en el que participaron representantes de los tres Poderes de la Unión, las entidades federativas y la sociedad civil. Hay que recordar que el “acuerdo” fue la respuesta mediática de Calderón ante el escándalo y la indignación nacionales ante el secuestro y asesinato del joven Martí que conmocionó a la sociedad.

Así, como el problema es que desde las penitenciarías, reclusorios y otros centros de internamiento, los maleantes siguen operando impunemente, la solución mágica es crear un registro donde cada uno de los ciudadanos inscriba su número de celular cuando esto debería de ser responsabilidad ya sea del gobierno o de las compañías que prestan el servicio. Los ciudadanos pasan de ser los agraviados a ser los sospechosos y los irresponsables por no registrar a tiempo sus teléfonos mientras que las cárceles del país siguen siendo escuelas de delincuentes y centros de operación del crimen organizado. Las autoridades mientras tanto, ya crearon un nuevo organismo burocrático que nos cuesta a los mexicanos y que desafortunadamente servirá de muy poco. Sería lamentable, aunque altamente probable, que en algunos meses nos enteremos de que la base de datos del mentado RENAUT se está vendiendo en el mercado negro por, ¡oh, sorpresa!, los malignos a los que se supuestamente se habría de combatir.

El tema no es menor y nada tiene que ver con las molestias causadas a la ciudadanía por el dichoso registro. El asunto es de más fondo y tiene que ver con la perniciosa costumbre que tenemos los mexicanos de “taparle el ojo al macho” de esconder la cabeza en lugar de enfrentar los problemas. La solución a un Estado cuasi fallido donde no se respeta la ley y donde la autoridad pierde terreno y legitimidad día con día, no es crear más leyes, institutos, consejos, registros y tarugadas similares. La solución es que se cumplan las actuales normas. ¿Cómo es posible que un reo tenga y mantenga un teléfono celular y lo utilice tranquilamente desde su “cárcel”? ¿No será más fácil bloquear la señal de las penitenciarías?

Los gobernantes reaccionaron al grito desgarrador que en boca de Alejandro Martí hizo la sociedad: “¡Si no pueden, renuncien!” y firmaron un acuerdo con puntos que poco o muy poco impactarán en la vida diaria. Eso sí, hubo foto y caras cejijuntas en los pasillos de Palacio Nacional. Pero la realidad es que se cumplen ya 15 años desde la creación del Sistema Nacional de Seguridad Pública y no hemos avanzado en el combate a la delincuencia.

Reformar, adicionar, abolir y reformar las leyes y normas está muy bien, pero está mucho mejor cumplir las existentes. Porque el problema sistémico de México tiene que ver con leyes anacrónicas y poca legitimidad gubernamental. De nada sirve que reformemos fundemos y refundemos el Estado si seguimos con las mismas actitudes. Es como el chiste del borrachito que el 1 de enero decide dejar de tomar y el 5 anda borrachísimo. Su mujer le reclama: –¿no que ya habías cambiado, que ya eras otro? A lo que el dipsómano contesta –sí pero, ¿qué crees? Al otro también le encanta chupar…

De nada ha servido que la Policía Judicial se haya vuelto Ministerial y luego AFI y luego Federal y luego de nuevo Ministerial y así hasta el absurdo. De nada sirve que cambiemos y homogeneicemos los uniformes. De nada servirá una policía nacional única. De nada servirán cámaras, C4´s, redes y bases de datos si los mexicanos no entendemos de una vez que los problemas sistémicos requieren soluciones sistémicas y cambios de juicios y actitudes. Hacer lo mismo una y otra vez esperando resultados distintos es la definición Einsteiniana de locura. Nuevas leyes en sistemas viejos es como poner vino nuevo en odres viejos.

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