lunes, 7 de diciembre de 2009

XII Congreso Refundacional PRD

Del 3 al 6 de diciembre se llevó a cabo en Oaxtepec, Morelos, el XII Congreso con carácter de “refundacional” del Partido de la Revolución Democrática.
A partir del mediodía del jueves comenzó el registro de los delegados al Congreso. Desde el propio registro se puede intuir el nivel de eficiencia de un evento y en consecuencia de una organización. El lío de nombres es tremendo. La mayoría de los compañeros llegan al evento pensando que sus nombres estarán en las listas de congresistas, ignorando la conformación del congreso y desde luego sus reglas. Ya no digamos los documentos a discutir. En el PRD la anarquía es de dimensiones inimaginables. Es un instituto político que los militantes sienten como propio y esto causa a menudo confusiones y disgustos. Si el dirigente equis de determinado estado no se encuentra en la lista de delegados, enseguida monta en cólera y comienza a esgrimir su largo historial militante, creyendo que ese hecho le da derecho a ser delegado.
Como los delegados tienen reservado el hospedaje y el Centro Vacacional Oaxtepec del IMSS, sede del Congreso, es insuficiente, algún mago burócrata ha decidido que la mejor manera de distribuir el hospedaje es por corrientes, así que imaginemos el desorden principalmente cuando la línea divisoria de las éstas es casi invisible. Un joven con radio pregunta a alguien más “¿oye, en qué corriente quedaron los de Ruth Zavaleta?” Difícil buscar la unidad si desde el principio se propicia la división en razón del linaje.
El jueves quedó inaugurado el congreso con las intervenciones de Alfonso Sánchez Anaya, ex gobernador de Tlaxcala y responsable de los trabajos para la Refundación del Partido. A continuación habla Alejandro Encinas que nada más comenzar expresa “vengo a este Congreso por la unidad del partido” y provoca la algarabía de la plenaria que estalla gritando “¡Unidad, unidad, unidad!”. Dice que sí a las corrientes de opinión pero que no, a los grupos de interés. Propone que veamos nuestro pluralismo como una virtud no como un problema y llama a recuperar el aliento unificador que nos dio origen. Termina diciendo que no podemos aspirar a transformar el país si no somos capaces de transformar nuestro propio partido.
A Continuación habla Pedro Lobaina representante del Partido Comunista Cubano en un pésimo mensaje sobre la izquierda que queremos. Habla con el mismo tono cansino y retórico de los malos imitadores de Fidel. El PRD sigue queriendo ser un partido moderno y socialdemócrata pero permanece embelesado ante los cantos de la sirena caribeña.
En seguida, Carlos Navarrete hace una buena intervención, respondiendo de alguna manera a los planteamientos de Encinas, señalando que el PRD no puede seguir siendo un partido que siga ciegamente al cacique en turno. Que es necesario construir y hacer crecer la institución más allá de los nombres propios.
Por último, Jesús Ortega declara inaugurado el XII Congreso Redundacional del PRD y en lugar de intentar erigirse como el líder de todo el partido, prefiere seguir siendo una de las cabezas de una de las expresiones Desde mi punto de vista, el presidente nacional debió de ser el armonizador de todo el partido y no el agitador principal de su corriente.
Al termino del evento protocolario, una banda sinaloense toca sin público. Los delegados, cansados prefieren buscar acomodo en las habitaciones del Centro Vacacional que de acuerdo a los testimonios se asemejan más a las crujías de una prisión que a habitaciones de hotel. Desde luego que los jerarcas se cuecen aparte y se hospedan en los cómodos bungalows o en los hoteles cercanos porque en la izquierda “moderna” todos somos iguales pero siempre habrá de iguales a iguales.
El día jueves y el viernes son de discusiones acaloradas, intensas y a veces estériles, principalmente en la mesa de Estatutos que es la más socorrida por los delegados que de plano despreciaron las de Línea Política, Programa y Declaración de principios, mesas hechas para iniciados en temas de grilla partidista y teoría política. La mayor parte de los militantes se registra en la mesa de Estatutos porque piensa que si hay algún cambio este se tiene que dar a partir de la reforma de las reglas internas del instituto.
Como estamos hablando de una reforma estatutaria, la discusión debe de ajustarse a los criterios acordados para ésta, porque todos y cada uno de los cambios que se efectúen deben de quedar correctamente respaldados en audio para que el Instituto Federal Electoral pueda registrarlos debidamente y darle plena legalidad al proceso. El presidente Raymundo Cárdenas y la vicepresidenta Dolores Padierna hacen gala de su amplia experiencia como parlamentarios y como militantes perredistas (solo alguien que conozca las tripas del partido puede intentar dirigir un debate donde todo mundo se siente con derecho a intervenir en todo momento, sobre cualquier tema, durante el tiempo que se desee) y conducen magistral y alternativamente las dos jornadas que fueron a morir.
Simultáneamente a los trabajos en mesas, los alrededores son un hervidero y a decir de muchos, es donde se desarrolla el verdadero Congreso: en reuniones paralelas y encerronas en lo oscurito entre los jerarcas. Finalmente esta practica por perversa y aviesa que pudiera parecer, es lo que ocurre en todos los partidos político del mundo. La democracia asambleísta de voto a mano alzada solo ocurre en regimenes totalitarios como el Cubano o el de Norcorea.
El Congreso es una magnífica oportunidad para reencontrarse con viejos compañeros, amarrar acuerdos políticos y soñar proyectos futuros en cada una de nuestras regiones. La fraternidad es una realidad. Los que apuestan a la ruptura del PRD no conocen la inmensa capacidad de la izquierda para aglutinarse, sólo comparable con su propensión a la división en el peor momento.
En la entrada principal, además de las mesas de registro, se han instalado innumerables puestos que venden mercancías y parafernalia de izquierda: desde discos compactos con música de trovadores latinoamericanos hasta playeras, posters y botones con inspiración revolucionaria; de finas corbatas Pineda-Covallín con motivos perredianos a huipiles, morrales, pulseras y fetiches autóctonos.
Los alimentos de los delegados son proveídos por el partido. Cada congresista se identifica a la entrada de la Casa Club y hace cola, charola en mano, para recibir en línea, a manera de una prisión o escuela gringa, los alimentos dispuestos por los cocineros en cada uno de los receptáculos de la bandeja industrial. Como toda la comida en serie, la del congreso sabe a rayos, pero el hambre es mucha y a caballo regalado no se le mira el diente.
La última jornada, la del domingo, es de mero trámite. Los acuerdos grandes han sido ya “planchados” por los jefes de las tribus así que los delegados votan en bloque con más ganas de regresar a sus lugares de origen que de enfrascarse de nuevo en discusiones interminables. A la entrada de la carpa donde se realizará la plenaria, los de logística regalan playeras amarillas con la leyenda “El PRD crece”. La sesión transcurre sin mayor sobresalto. Las delegaciones se toman las fotos del recuerdo e intercambian correos electrónicos y números telefónicos. Los encargados de cada mesa leen los resolutivos respectivos y el encargado de Asuntos Internacionales manda saludos a partidos del mundo, una condena al golpe en Honduras y solidaridad con el Partido Socialista Chileno y los mejores deseos para que triunfe la Coalición a la que pertenece en los comicios venideros.
De pronto se anuncia la entrada de Marcelo Ebrard y de Amalia García. Se escuchan gritos de ¡Obrador, Obrador! de algunos sectores que quisieran que hubiera definiciones anticipadas. Otra parte del Congreso responde con ¡Unidad, unidad! Habla Amalia García y en ese tono suave que acostumbra se congratula de los trabajos del Congreso. Enseguida, Marcelo Ebrard hace un recuento de las políticas sociales de su gobierno y termina espantando el fantasma de la ruptura diciendo que “los que quisieran vernos divididos se van a quedar con las ganas. El PRD llegará unido al 2012 y ganará las elecciones”.
Cuando Marcelo sube a la tribuna, un grupo de no mas de 20 personas –difícil determinar si todos son delegados– se acerca al presídium para protestar. Está claro que han sido cuidadosamente organizados para levantarse en cuanto hablara Marcelo. Nadie les da mayor importancia y sólo los medios que se han quedado todo el fin de semana con las ganas de ver sangre, hacen mayor una protesta mínima y que en nada mella el espíritu de unidad con el que salimos del Congreso.
El PRD pasó la prueba de fuego. A pesar de lo que digan las columnas dirigidas y las notas periodísticas que se quedaron con ganas de ver un espectáculo circense. El PRD está vivo y listo para el reto de los siguientes años. Ahora la tarea es ir a organizar el partido de abajo hacia arriba a partir de la sección electoral como unidad mínima.
Los que apostaban a que la sangre llegara al río seguramente están muy decepcionados y temo decirles que se preocupen porque la capacidad de lucha y resistencia de la militancia perredista ha sido comprobada históricamente. 2012 está abierto y aquellos que se sienten ya con medio cuerpo en Los Pinos, saben bien que del plato a la boca se cae la sopa.
Pronto veremos si la supuesta ruptura de las izquierdas es real y la podremos contrastar con la imaginaria unidad priista que ocurre únicamente gracias al deseo y la ambición de recuperar el poder para volvérselo a repartir entre la familia como si de un botín de guerra se tratase.

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