martes, 3 de noviembre de 2009

Falsa Ruptura y Falsa Unidad

Mucho se ha hablado de la supuesta “unidad” priista en contra posición a una supuesta división al interior del PRD. Esta impresión es más bien un asunto de percepción mediática que una realidad política. Ni la división del PRD es real ni la supuesta “unidad” del PRI es tan cierta. Esto lo constataremos con el tiempo.

Para explicar el problema de percepción habremos de aclarar algunas cosas. El PRI es una suerte de confederación de intereses. Por eso no tienen ningún problema en unirse y llegar a acuerdos una y otra vez porque lo que los une no es un ideal o una causa sino una ambición personal o de grupo. Hoy el PRI vive unido ante la expectativa de volver a Los Pinos en el 2012. Los priistas no están unidos porque tengan un proyecto de nación común, están amalgamados porque creen que si se apuntan temprano podrán reclamar recompensas en caso de ganar el premio mayor.

En cambio, el PRD es una especie de masa amorfa donde convergen mujeres y hombres libres e independientes que difícilmente llegan a ponerse de acuerdo en los medios para alcanzar los mismos fines. En el PRD la democracia es absoluta y la disciplina inexistente. Así, cualquier militante declara lo que en su opinión es lo correcto sin ninguna idea de estrategia común. En el caso de Guerrero, este problema alcanza tintes de tragicomedia porque el PRD es la casa donde se reúnen e intentan coexistir en armonía una amplia variedad de representantes de las más distintas partes del espectro político. Así, tenemos desde los militantes provenientes de los grupos de la izquierda más radical, hasta priistas advenedizos que vieron en el crecimiento del sol azteca la oportunidad de permanecer en el poder cambiando de camiseta.

Pero a pesar de las bondades de la libertad absoluta de opinión, la lucha política debe de plantearse como cualquier otra guerra, esto es, con estrategia, con mandos claros y con disciplina jerárquica. De lo contrario, los esfuerzos se dispersan y acaban por diluirse. En la medida en que se acercan los tiempos electorales, los diversos actores políticos deben intentar medir sus palabras para intentar colaborar con su partido en lugar de meterle ruido al mensaje de éste.

Es importante que los militantes del PRD dejen de escuchar las voces que intentan dividirnos. Hay que responder una pregunta mus sencilla para identificar el origen de la interferencia en la comunicación política: ¿A quién le beneficia que el PRD aparezca como un partido dividido y conflictivo? ¿Quién gana amarrando navajas? ¿Quién o quiénes necesitan que el PRD se divida? Respondiendo estas sencillas preguntas se encontrará la mano que mece la cuna. Los enemigos del PRD y del movimiento social hecho partido, saben perfectamente que a un partido unido y aliado con la sociedad difícilmente podrán ganarle a pesar de los mares de dinero que gastarán en publicidad para intentar vender como corderos a los lobos de siempre.

La unión del PRI acabará en cuanto inicien los repartos de candidaturas y la mayoría quede fuera. La supuesta división del PRD, por el contrario, terminará en cuanto el movimiento social se articule alrededor de una candidata o candidato ganador, aliado con Convergencia, el Partido del Trabajo, Acción Nacional, Nueva Alianza y principalmente, la sociedad civil sin partido y sin dueño.

Aquellos que se relamen las fauces, pensando que regresar al poder será cosa de coser y cantar, se equivocan y pagarán su soberbia en las urnas. Los grupos caciquiles históricos que detentan el poder necesitan dividir al movimiento para tener alguna opción de victoria. En consecuencia, todos aquellos que caigan en la trampa de dividir y confrontar estarán colaborando con ellos. Serán instrumentos de la amenaza regresionista.

No hay formulas mágicas. El PRD necesita unidad, disciplina, sacrificio personal y visión de futuro. El PRI se dividirá inexorablemente, la tarea no es esa. La tarea es hacia adentro porque cuando el movimiento social hecho partido está motivado y aglutinado no hay cacique ni tirano que lo pueda detener. Al tiempo.

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