lunes, 16 de febrero de 2009

Mexican Standoff

Un querido político acapulqueño alguna vez me dijo que la única manera de no ser sorprendido diciendo “tarugadas” a través del teléfono era no diciéndolas. Los avances tecnológicos son tan vertiginosos, que tardan más en crearse sistemas “seguros” que en aparecer técnicas para colgarse de teléfonos, correos y demás vías de comunicación. Por eso la única solución contra los orejas, escuchas, centinelas, informantes, espías y otros bichos, no es utilizar medios de comunicación codificados, teléfonos encriptados ni líneas seguras, la única solución es no decir en privado nada que no pueda sostenerse en público.

Lo anterior viene a cuento por el reciente escándalo en el que se ha visto envuelto el Secretario de Comunicaciones Luis Téllez. Más allá de las consideraciones éticas, políticas y legales producto de la revelación de una serie de conversaciones privadas de un personaje público, llama la atención la ingenuidad con la que el poderoso secretario hace uso de su teléfono como si fuera cualquier ciudadano de a pie.

Luis Téllez, otrora poderosísimo Jefe de la Oficina de la Presidencia durante la primera mitad del sexenio de Zedillo, miembro después de los Consejos de Administración de diversas empresas multinacionales y hoy Secretario de Comunicaciones y Transportes precisamente en la etapa en la que se están definiendo políticas que tienen enfrentados a por lo menos dos poderosos bloques empresariales en disputa por el suculento pastel llamado Espectro Electromagnético Nacional, ha pecado de ingenuo al utilizar su teléfono como quien llama a la novia.

Una de las mayores ventajas de la democracia sin adjetivos, es precisamente el control que ejercen unos grupos políticos sobre otros. Y aquí no se vale llamarse a engaño: todos esperan que el adversario resbale, para intentar sacar provecho político del traspié del rival.

Los gringos llaman Mexican Standoff a la situación cómica y patética que ocurre en algunas películas de vaqueros en donde todos los actores quedan paralizados apuntándose unos a los otros, anulados ante la posibilidad de que alguien accione su arma y desencadene la balacera. Como cada uno de los involucrados siente que su vida esta en riesgo evitará en lo posible ser él quien accione su arma porque aunque al hacerlo mate a uno de sus rivales, con seguridad caerá el mismo abatido por la bala de un tercero. En los sistemas más avanzados de rendición de cuentas, A vigila a B, B vigila a C y C vigila a A, creando así un circulo virtuoso donde todos evitan realizar acciones fuera de la ley, a riesgo de ser balconeados por sus oponentes.

Desde luego que no estoy de acuerdo con la escucha ilegal de conversaciones privadas pero no deja de ser simpático que un hombre con tanta experiencia en los usos y costumbres del poder, caiga ahora víctima de los mismos.

En la historia reciente de México son muchas los episodios que han quedado grabados en cintas magnéticas. Baste recordar el “comes y te vas” de Fox, los videos de Bejarano empacando billetes y ligas y las conversaciones de Raúl Salinas con su hermana Adriana quejándose desde el penal de Almoloyita de que su otro hermano, Carlos, no hacía nada para liberarlo de la prisión. En el plano internacional Nixon, entonces presidente de los Estados Unidos, tuvo que renunciar a su mandato tras revelarse que tenía miles de horas de grabaciones realizadas por él mismo.

Hoy, la mayor parte de nuestra vida profesional y personal, se realiza a través de medios electromagnéticos. Las llamadas de teléfono que realizamos; los mensajes de texto; las cartas, correos y artículos que escribimos en nuestra computadora; los foros sociales en los que participamos (Facebook, Hi5); nuestras cuentas de correo electrónico; todo, puede ser sujeto de copia y reproducción no deseada.

Afortunada o desafortunadamente, todo lo que hacemos puede llegar a ser conocido por los demás. Si encima se es persona pública la cosa empeora. Por eso si ser puritanos, el consejo de mi amigo se convierte en un llamado de atención a todos los actores políticos: la única manera de evitar ser atrapado diciendo tarugadas, es no decirlas.

1 comentario:

Construyendo dijo...

Si Artur,
Totalmente de acuerdo. De todas formas te cuento que en Cuba aunque no seas un personaje público ya tenemos esas precauciones. Tan acostumbrados estamos al espionaje, más bien, tan mal acostumbrados, que es más bien una paranoia colectiva que después es muy difícil de quitarnos como individuos. Por eso cuando pasan esas cosas nos reimos tanto, porque en Cuba somos unos expertos en hablar en clave.
De todas formas el tema de la responsabilidad sobre nuestras acciones y palabras da para mucho, porque en el fondo se trata de asumir que lo que has dicho es efectivamente lo que piensas siempre, cuando a veces la realidad no es tan, tan estrica y muchas veces tenemos ideas diferentes....En fin, que ya me enrollé. Un abrazo