lunes, 19 de septiembre de 2011

Muerte y Miseria Humana

Para mi amiga Magdalena Cisneros en su inmenso dolor… El macabro hallazgo y posterior identificación de los cuerpos del Diputado Federal Moisés Villanueva de la Luz y quien fuera su chofer, cimbran nuevamente a la sociedad guerrerense. El hecho indigna, conmueve y lastima. Es la constatación de que en México nadie está a salvo de las garras de la maldad. La muerte del diputado Villanueva se suma a las miles de personas sin fama y a las de varios presidentes municipales y autoridades civiles y militares. Pero hay algo que lastima tanto como el hecho delictivo mismo y es el uso político que algunos pretenden darle al dolor de una familia. Es increíble que las fuerzas que se mueven en la oscuridad pretendan involucrar irresponsablemente a alguien en un hecho delictivo con el único objetivo de obtener dividendos políticos. Es una vergüenza para el sistema político. Hoy la política debe de servir para tender puentes, para hacer acuerdos y para cerrar filas contra los únicos enemigos de Guerrero y de México que son los delincuentes. No hay espacio para la miseria humana ni para la rapiña. Los que acusan sin pruebas en nada contribuyen a la paz y la concordia. Curiosamente los que acusan, son los mismos de siempre: aquellos cuyas manos están manchadas con la sangre de cientos y cientos de guerrerenses cuyo único delito fue levantar la voz contra el régimen dominante. Los guerrerenses debemos de recordar que son ellos los que mandaban en el Estado durante los años de la Guerra Sucia que tantos hogares llenó de luto y de dolor. Uno de ellos es un Junior bueno para nada, que se esconde a sus cuarentaytantos años tras las enaguas de su papito y vomita estiércol y acusaciones infundadas desde la comodidad del Facebook. Alguien le dijo –acaso su padre– que la manera de sobresalir en política era mostrándose como un político bravucón y dicharachero. Nada ha aprendido de la historia porque nunca ha abierto un libro o un periódico. A él lo único que realmente le interesa es seguir saqueando al Estado con su fabrica de excremento industrializado. Es el mejor ejemplo del Guerrero que nunca debe de volver: el Guerrero de las tinieblas, del terror y del autoritarismo. Flaco favor le hacen a su candidato Peña Nieto, mostrando su verdadero rostro. ¿Dónde quedó el nuevo PRI? ¿Es este el PRI de “la nueva generación”? Nada entendieron ni aprendieron de ese gran hombre que fue don Alejandro Cervantes Delgado que entendió que el Estado requería de un líder que uniera y no de un cacique que dividiera. Ellos son los herederos de la otra ala del tricolor: el PRI de la sangre y la represión, el PRI de Caballero Aburto y los Figueroa. El PRI de las masacres de estudiantes, copreros y campesinos. El PRI de la corrupción escandalosa. El PRI de las urnas embarazadas a punta de pistola. Nada aprendieron de la salvaje golpiza que mantiene a nuestro querido camarada Guillermo Sánchez Nava postrado en una cama y discapacitado de por vida. Guerrero lo que necesita es que todas las fuerzas políticas se unan y sin ambages ni ópticas electoreras, construyan la unidad estatal en torno a la paz, la seguridad y el desarrollo. Es tiempo de unirnos señores priistas. No de abonar al encono con el fertilizante del odio y del rencor. A las familias de los occisos no las vamos a reconfortar con un macabro desplegado ni con conferencias de prensa con tintes políticos. La única manera de honrar al diputado asesinado es contribuir con las autoridades (estatales y federales) aportando elementos que puedan contribuir al esclarecimiento del caso y exigiendo con firmeza que se haga justicia. Al embate de los criminales, no sumemos el de la desestabilización política con fines electorales. Al dolor de la muerte no sumemos la miseria humana con fines políticos. Esos miserables que juegan con el dolor ajeno no merecen ni siquiera ser llamados por su nombre. Pero ni falta que hace. Todo mundo los conoce. Son los mismos de siempre. Los que buscan regresar a toda costa. Los que piensan que Guerrero es de su propiedad. Rechacemos todo intento de sacar provecho de la tragedia. Reclamemos justicia, más justicia, mejor justicia, pero hagámoslo contribuyendo a la paz y jugando del lado de los buenos y no haciéndole el caldo gordo a los malos.

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