lunes, 18 de julio de 2011

Alianza por la Reconstrucción Nacional


A menos de un año de la jornada electoral del 1 de julio del 2012, algunas reflexiones son necesarias para intentar comprender la dimensión de la batalla.
En cada uno de los tres bloques mayoritarios que se conformarán para la contienda, se ha desatado con claridad el proceso para elegir a los candidatos que habrán de encabezar cada uno de los proyectos.
A cincuenta semanas de la elección –podría parecer mucho o poco tiempo según se vea¬–, la carrera es claramente liderada por Enrique Peña Nieto que encabeza los sondeos de opinión de todas las compañías y periódicos que los han realizado. Las encuestas, se ha dicho hasta el cansancio, son instrumentos que auxilian en la toma de decisiones estratégicas. Desde luego que no representan verdades absolutas ni destinos manifiestos pero ignorarlas tampoco es una buena idea. Los políticos deben de saber utilizar los estudios de opinión, no deben ser rehenes de ellos ni tampoco ignorarlos por completo.
Pues bien, la fotografía de este momento, nos dice en resumen, que Enrique Peña Nieto le ganaría a cualquiera de las combinaciones posibles a los candidatos del PRD y del PAN. Así de simple y contundente. Esto no significa, desde luego, que la elección esté definida. Paradójicamente, el único bloque que parece entenderlo es el del PRI. Aunque los tricolores saben que tienen una holgada y cómoda ventaja, no bajan la guardia. Saben que el proceso de elección (unción) de Peña Nieto tiene que ser controlado y organizado. No se pueden dar el lujo de avasallar a nadie ni de excluir a nadie. Entienden que la época de la soberbia ha pasado, han comprendido que todos los granitos de arena ayudan a conformar la playa.
En el PAN, las cosas pintan de manera distinta. El partido en el gobierno, ha dejado de representar una esperanza para el electorado. Después de doce años en el gobierno y de un inmenso capital político dilapidado en nimiedades, frivolidades y una guerra impopular, para los albiazules será sumamente complicado lograr posicionar a un candidato competitivo. Sin embargo, son el partido en el poder y en este país eso cuenta y cuenta mucho. Que nadie subestime la capacidad del Gobierno de la República si el presidente Calderón decide volcarlo –legal o ilegalmente–, a una causa. El principal problema de los panistas es que carecen de una figura carismática como lo fueron en su momento Vicente Fox y Felipe Calderón. La caballada azul no está flaca sino famélica. El candidato mas popular tanto en el panismo como entre los independientes es Santiago Creel Miranda quien hace seis años no pudo hacerse con la candidatura pese a contar con el apoyo absoluto de la entonces “pareja presidencial”. Josefina Vázquez Mota ocupa el segundo lugar y muy por debajo de ellos aparece un pelotón de pequeñitos que no pintan ni pintarán. Dentro de este pelotón se encuentran además los Secretarios de Estado (Ernesto Codero, Alonso Lujambio, Javier Lozano, Heriberto Félix Guerra) cuya presencia mediática depende de su permanencia en el cargo.
En el bloque de Izquierdas encabezado por el PRD hay dos candidatos claramente posicionados: Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard Casaubon. El primero encabeza las encuestas entre los simpatizantes del PRD y Marcelo se sitúa ligeramente adelante entre los independientes. Los simpatizantes de López Obrador pugnan por una consulta únicamente entre los militantes perredistas mientras que los partidarios de Marcelo quisieran una encuesta de opinión de todo el electorado.
Hay varias cosas que quedan claras: La primera es que por donde se le quiera ver el PAN ha pasado de ser la primera fuerza en el 2006 a ser la tercera de cara al 2012. El bloque de Izquierdas permanece en el segundo lugar y el PRI ha pasado del tercer al primer lugar. La segunda, ninguno de los candidatos que hoy se mencionan tanto en el PAN como en el PRD se muestran competitivos ante la inminente candidatura de Peña Nieto. La tercera, de no ocurrir un imponderable ¬–natural o inducido–, Enrique Peña Nieto será candidato a la presidencia de la República por el PRI, acompañado seguramente del VERDE y del PANAL. Se convertirá automáticamente en el adversario a vencer, en el puntero, en el centro de todos los ataques, criticas y reflectores.
Cincuenta semanas puede ser mucho o poco tiempo. Si hoy fueran las elecciones, la única manera de detener a Enrique Peña Nieto y su aplanadora tricolor sería formando un gran bloque opositor que aglutinara a las fuerzas políticas nacionales que quieran impedir el regreso del PRI de siempre. Estoy consciente de que una Alianza por la Reconstrucción Nacional suena hoy descabellado y remoto. Se que los fundamentalistas dirán que hemos claudicado y que el único camino a seguir es el que marcan los profetas.
El tiempo apremia. El PRI aceita su aplanadora. El Estado de México sólo ha sido el campo de pruebas. México merece algo mas que el regreso al pasado. Los demócratas de izquierda y de derecha deben de poner por delante el interés supremo de la nación. El ejemplo chileno de la concertación (donde Democratacristianos coexisten con Socialistas) pudiera ser el modelo a seguir para formar un gran bloque de republicanos contra absolutistas.
No todo está perdido. Acaso de las cenizas del Estado de México surja el Fénix que nos haga reflexionar. Queda mucho por hacer en el régimen mexicano que aun no llega ni a la pubertad. No dilapidemos la lucha de muchos a lo largo de tantos años. Otro México es posible.

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