lunes, 20 de septiembre de 2010

La Fiesta de los Solitarios

El solitario mexicano ama las fiestas y las reuniones públicas. Todo es ocasión para reunirse. Cualquier pretexto es bueno para interrumpir la marcha del tiempo y celebrar con festejos y ceremonias hombres y acontecimientos. Somos un pueblo ritual. (…) En pocos lugares del mundo se puede vivir un espectáculo parecido al de las grandes fiestas religiosas de México, con sus colores violentos, agrios y puros y sus danzas, ceremonias, fuegos de artificio, trajes insólitos y la inagotable cascada de sorpresas de los frutos, dulces y objetos que se venden esos días en plazas y mercados. Octavio Paz, El Laberinto de la Soledad.

Los festejos oficiales con motivo del bicentenario nos permiten hacer diversas valoraciones. A Vicente Fox Quesada se le ocurrió la genial idea (en serio) de que los festejos del bicentenario del inicio de la Independencia y del Centenario de la Revolución los Coordinara el Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, padre fundador del PRD.
Por razones desconocidas aún, Cárdenas decidió aceptar dicha encomienda y el 19 de junio del 2006 se creó dicha comisión. Hay que señalar que en medio del enrarecido clima político previo a las elecciones de julio del mismo año, el nombramiento de Cárdenas (quien no había movido un solo dedo a favor del candidato de su partido, Andrés Manual López Obrador) fue recibido con extrañamientos.
Cinco meses después, el 16 de noviembre de ese mismo año, Cárdenas renunció argumentando que "mi presencia en la organización de esas conmemoraciones no contribuye al ambiente de pluralidad, convergencias, concordia, colaboración, tolerancia y objetividad que debe prevalecer en la organización".
El 8 de marzo del 2006, Felipe Calderón anunció que tomaba “personalmente la responsabilidad de encabezar la Comisión Organizadora de los Festejos y, desde luego, de cumplir con la encomienda del decreto” y para ello designó como titular a Sergio Vela, titular entonces del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. El 17 de septiembre del mismo año, el Presidente designó a Rafael Tovar y de Teresa como el nuevo encargado de los festejos encomienda que la que permaneció escasos 13 meses pues el 25 de octubre de 2008 renunció sin aclarar los motivos.
Una vez más el Presidente decidió “retomar” el tema en sus manos y encargó todo al Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, órgano administrativo desconcentrado dependiente de la Secretaría de Gobernación y al mando del historiador José Manuel Villalpando. Para entonces ya se habían perdido dos valiosos años en grillas palaciegas.
Más allá de la evaluación estética que cada uno tendrá sobre la gran fiesta que el gobierno decidió subrogar al realizador australiano Ric Birch (productor de las ceremonias de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984, Barcelona 1992 y Sidney 2000), la ruta crítica que siguieron los festejos oficiales, revelan a la perfección la clase enanismo, cortoplacismo y falta de visión de Estado que priva entre la clase política mexicana actual.
Lo adecuado hubiese sido crear una verdadera Comisión Nacional donde estuvieran representados los tres poderes y los tres niveles de gobierno así como las instituciones de investigación y docencia. La Comisión Nacional debió de haber sido dotada de partidas presupuestales claras suficientes y multianuales para evitar estar sometida a los caprichos y humores de la Secretaría de Hacienda que es un poder dentro de otro poder. Los festejos debieron de repartirse a lo largo y ancho del país y no cargar todo en la Ciudad de México.
Durante los cuatro años que han durado los supuestos festejos, por los municipios del país han desfilado decenas de coyotes timando a los Presidentes Municipales con obras del Bicentenario que nunca se hicieron. En cada una de las entidades federativas se han construido miles de puentes, caminos y carreteras que se llaman todas del Bicentenario. Toda la obra pública de Peña Nieto es Bicentenario, el Viaducto de Marcelo es Bicentenario. Y sin embargo, el objetivo central que desde mi punto de vista debieron de haber sido la erradicación de la pobreza extrema, las enfermedades curables y el analfabetismo; la cobertura y calidad de la educación, vivienda e infraestructura básicas para el desarrollo del país; el replanteamiento del Pacto Federal y un proceso de revisión cuidadosa y de amplia discusión democrática de la Constitución y la elaboración de una nueva ley suprema que contribuya a que México y los mexicanos enfrenten, en mejores condiciones, los retos que ya plantea este Siglo XXI.
Los mexicanos, decía Paz, somos buenísimos para las fiestas. Los mexicanos somos expertos en echar la casa por la ventana y dejar de comer si es necesario pero la fiesta se hace porque se hace. Los mexicanos somos expertos en iniciar “reventones” sociales, religiosos y políticos, nuestro problema es que no sabemos qué hacer al día siguiente. Nuestro problema es la cruda, nunca ha sido la fiesta.

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