La semana pasada en Ciudad Juárez, Felipe Calderón constató en carne propia el fracaso de su modelo de Guerra contra el Narco que instauró desde su arribo (haiga sido como haiga sido) al poder. La sociedad juarense por fin gritó ¡Basta ya! La fractura en el tejido social es tan grande y tan profunda que sólo una operación fina de mucha política y de atención social podrá reconstruir lo que hoy parece absolutamente desmembrado.
Todas las autoridades han quedado rebasadas. Los gobiernos federal, estatal y municipal sin fuerza. El ejercito vilipendiado y acusado de graves violaciones a los derechos humanos. Los partidos ausentes, las organizaciones intermedias temerosas y las organizaciones no gubernamentales perseguidas.
Durante cuatro largas y ríspidas horas, Calderón y gran parte del Gabinete Legal tuvieron que aguantar vara y escuchar los reclamos de las y los juarenses que son los reclamos por años y décadas de abandono por parte del Estado Mexicano que se hizo pato mientras Juárez se hundía lenta y profundamente.
Hoy de nada vale echarse la bolita. Nadie ha dicho jamás que la culpa sea únicamente del gobierno actual. Decir esto sería ser poco serio y perverso. Pero aquí la discusión no es quién mato la vaca ni quién le amarró la pata sino cómo sacamos al buey de la barranca. Y en la solución debemos de participar todos los sectores y todos los partidos sin importar colores ni banderas.
Hoy ha quedado claro que atacar únicamente los síntomas no erradica la enfermedad. El hecho de que el Gabinete Legal se haya trasladado a Ciudad Juárez es el reconocimiento de que quizás se necesiten, por ejemplo, más programas sociales que fuerzas del orden.
En la pasada campaña electoral que culminó en Julio del 2009, tuvimos la oportunidad de conocer a un muchacho de 20 años en un pueblo de la sierra de Técpan. Julio, nos contó que no tenía claro qué haría con su vida. Pertenecía al grupo de lo que los expertos hoy pomposamente llaman “Ni Nis”, los muchachos que ni trabajan, ni estudian y que hoy en México suman por lo menos 7 millones. Julio nos contó que como sus hermanos que vivían en Colorado acababan de regresar del otro lado, él ya no podría irse. Nos dijo con una frialdad espantosa que lo más probable es que se metiera a chambear de “sicario”. –Miren ¬–nos dijo sin bajar la vista¬–, me ofrecen dos mil varos por muerto…. y cuatro si le corto la cabeza…. La historia de Julio (cuyo nombre desde luego es diferente) es absolutamente real y más cotidiana de lo que quisiéramos. El narco se lleva a lo mejor de nuestra juventud como carne de cañón. Pero se los logran llevar porque como país no hemos podido ofrecerles alternativas reales de desarrollo que compitan con el canto de las sirenas narcóticas.
Hemos dicho hasta el cansancio que el tema del narco en realidad son muchos temas que deben de ser enfrentados en diferentes pistas. Dos son los grandes subtemas: a) Consumo de Estupefacientes y b) Corrupción derivada de la ilegalidad. El primer tema es de salud pública mientras que el segundo tiene vertientes económicas y legales.
El subtema del consumo debe, a su vez de ser atacado en dos frentes: prevención y rehabilitación. La prevención debe incluir campañas de concienciación y educación desde los primeros niveles escolares. La rehabilitación es la reinserción de los adictos que deseen reincorporarse plenamente a la sociedad a través de centros integrales y asociaciones como Alcohólicos Anónimos. Es un tema que debe de verse igual que el tabaquismo, la diabetes, la obesidad y la depresión, enfermedades todas de la era moderna.
El subtema de la ilegalidad debe de ser abordado con inteligencia y con razones económicas y legales y no únicamente con la fuerza pública. El valor intrínseco de la droga (el precio de los materiales y mano de obra utilizados para su fabricación) debe de ser cercano a unos cuantos dólares por kilo de digamos, cocaína. El valor añadido proviene precisamente de su condición de ilegalidad. Es esto lo que eleva el precio hasta niveles que llegan a alcanzar los 100,000 dólares por kilogramo en países como España y Rusia. El valor del negocio, en consecuencia es el siguiente: Valor Intrínseco, unos cuantos dólares; precio en la Montaña Andina, 3,000 dólares; precio en la Costa Mexicana, 8,000 dólares; precio en la Frontera Estadounidense 20,000 dólares y así dependiendo del sitio donde se comercialice. En consecuencia es imposible que una o varias guerras, bien planteadas o no, puedan terminar con este flagelo porque la relación de costo beneficio es muy clara hacia los beneficios y más en países donde no estamos logrando ofrecer alternativas para el desarrollo de las nuevas generaciones.
Y por lo tanto mientras no solucionemos ni tengamos claro el modelo de desarrollo y de nación que queremos, seguiremos dando palos de ciego, incapaces de ofrecer a los Ni Nis, una alternativa diferente a la del crimen organizado.
El Estado Mexicano en su conjunto, debe de atacar de manera integral la descomposición social que hoy se encuentra aislada en regiones y ciudades bien identificadas y hasta cierto punto aisladas unas de otras, antes de que la enfermedad se cuele en todo el país y hunda para siempre el barco.
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