lunes, 18 de mayo de 2009

El encantador de Serpientes

Ágil de mente, de agudos reflejos políticos. Posee como pocos el don de la ubicuidad y maneja con maestría el arte del golpeteo. Su carrera política comenzó a despuntar desde principios de los años sesenta, gracias a su gran erudición e innegable talento.

El mundo parecía suyo. Los puestos en los gabinetes priistas se sucedieron con rapidez: subdirector de Educación Superior e Investigación científica (1961 – 1964), Consejero Cultural de la Embajada de México en Francia (1965), Secretario General del IMSS (1966 – 1970). Subsecretario de la Presidencia de la República (1971 – 1972). Secretario de trabajo y previsión Social (1972 – 1975), y Secretario de Educación Pública (1976 – 1977). Fue también representante de México ante las Naciones Unidas (1979 – 1985); en esa calidad fue presidente del Consejo de Seguridad de la ONU, Presidente del grupo de los 77, Coordinador de las Negociaciones Económicas Globales y Presidente de la Comisión mundial de Fuentes de Energía.

Durante su paso por cada uno de los puestos anteriores, jamás cuestionó ni las practicas ni la legitimidad democrática del régimen. Jamás abogó a favor de los partidos proscritos ni movió un dedo a favor de la democracia. Por el contrario. Nuestro personaje, en su carácter de presidente del CEN del PRI, negoció junto con Jorge Cruickshank, dirigente del palero PPS, la victoria de Alejandro Gascón Mercado en las elecciones a la gobernatura de Nayarit en 1975.

Pero un día su buena estrella se apagó. El hábil nigromante erró la apuesta. Sus días en la política de grandes ligas parecían contados. Sin embargo, en 1986 junto con el entonces gobernador de Michoacán y un pequeño grupo de priistas de nivel medio, vislumbró la posibilidad de regresar al primer plano de la política nacional. Con la energía y el ímpetu que lo caracterizan, se convirtió en el alma de lo que sería la Corriente Democrática del PRI. Cuauhtémoc sería el símbolo y él el Fouché del altiplano.

En 1988 trepado en la ola democrática, alcanza la senaduría por el DF. Para 1991 apelando a un inexistente “derecho de sangre” logra ser registrado como candidato a gobernador de Guanajuato donde es arrasado por la maquinaria priista y por un fenómeno entonces en nacimiento llamado Vicente Fox.

Nuestro personaje decide entonces ser presidente del partido que él mismo fundó, en 1997 encabeza la fracción del PRD en la Cámara de Diputados. Fue el primer presidente del Congreso proveniente de una fracción parlamentaria diferente a la del Presidente de la República en la era moderna. Pero como buen sabueso de la política, volvió a detectar que el crepúsculo se acercaba. Decidió entonces preparar el salto. El Maquiavelo del Bajío, inventó un “movimiento” y le llamó Nueva República. Dictaminó entonces por primera vez la muerte del PRD y se lanzó a su aventura. Una vez más fue acogido por los paleros que alguna vez financió desde el PRI. El PARM fue su nueva casa. Desde ahí “participó” en las elecciones presidenciales del 2000 y desde ahí “declinó” a favor de su antiguo rival Vicente Fox Quesada. Este premió al parlanchín y megalómano personaje con la Embajada de México ante la Unión Europea.

Desde Bruselas, rodeado de los manjares y de la pompa propios del cargo, con una nueva y joven esposa, y quizá aburrido a causa de su hiperactividad obsesiva compulsiva, nuestro aventurero se fijó una nueva meta que implicaba, como no, una nueva traición: al ver el crecimiento de López Obrador en las preferencias electorales, fue el primero en abandonar el barco foxista y cual gris cuadrúpedo brincó nuevamente al PRD donde erróneamente fue recibido como el hijo pródigo que vuelve al seno materno.

En el ocaso de su vida, ante la posibilidad de ser nuevamente diputado federal (por la vía plurinominal por supuesto). El saltimbanqui de la lengua larga da la espalda nuevamente¬ al PRD, decreta ¬–por segunda ocasión¬– su muerte y de la mano de otros paleros no menos celebres ataca al partido y con ello a las mujeres y hombres que han dejado su vida en esta larga lucha por la democracia.

Solo un imbécil puede creer que un tipejo al que las traiciones se le suman por docenas no hará nuevamente lo suyo. Solamente los ingenuos pueden creer que esta vez lo hace con fines legítimos y en la lucha por un proyecto alternativo para México. Únicamente los ambiciosos como él, olvidan que el agorero de la ruptura del sistema lleva al menos 20 años viviendo a nombre de la Reforma del Estado. Un Estado al que dice querer reformar pero del que ha vivido siempre.

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